Una última está en «verso político», Aristandro y Calitea de Constantino Manasés, pero sólo sobreviven fragmentos.
Años después, esta conoce al joven Teágenes y se enamoran.
No es hasta el Renacimiento cuando se redescubre en Europa occidental la novela griega original y difunde ampliamente.
Ya existía una traducción latina parcial, publicada en 1544 por Annibale della Croce.
La mayoría de las novelas bizantinas responden a un esquema común: dos jóvenes amantes, que desean casarse, encuentran graves obstáculos que se lo impiden (forzada separación, viajes peligrosos, naufragios, cautiverio, etc.) hasta que, finalmente, consiguen la realización de sus anhelos al encontrarse y comprobar, con satisfacción, que su amor ha permanecido fiel y se ha fortalecido en medio de tantas pruebas y contratiempos arriesgados.
Las obras adscritas a este género coinciden normalmente en los siguientes puntos temáticos:[4] Entre las técnicas narrativas más relevantes están: Se trata de un género de estirpe clásica.
Después, la novela bizantina adquirió una gran carga alegórica y moral que impulsó su crisis como género narrativo.