Museo Nissim de Camondo

El hôtel particulier fue construido a partir de 1912 por el arquitecto René Sergent, por encargo de Moïse de Camondo, sustituyendo a un edificio preexistente que había pertenecido a sus padres, que fue demolido en 1911, con excepción del cuerpo que daba hacia la calle.

[1]​ A principios del siglo xix, los Camondo, una familia judía sefardí, fundaron un banco, que se convirtió en uno de los más importantes del Imperio otomano.

A Moïse le apasionaba casi exclusivamente el siglo xviii francés, y durante más de cincuenta años compró a los mayores amantes del arte de la época, como el barón Jérôme Pichon (1878), el barón Léopold Double (1881), Pierre Decourcelle (1911), Joseph Bardac, Madame de Polès (1927), la familia Stróganov (1931), Madame Louis Burat, Georges Haviland, Georges Blumenthal (1932), Charles Ephrussi, Madame C. Lelong, etc.

De acuerdo con unas instrucciones testamentarias muy precisas, el museo muestra todavía las colecciones con la disposición que él eligió: «Planificó la configuración interior con más meticulosidad todavía.

Se tuvieron que retirar los jarrones más frágiles, trasladar algunos sillones, enrollar algunas alfombras... ya nada sería como antes.

Tras la creación en 1985 del Comité pour Camondo, gracias a un patrocinio internacional, el palacete, cuya decoración y mobiliario se habían deteriorado, recuperó poco a poco su antiguo lustre: se hicieron reproducciones de las telas, y se restauraron muebles, cuadros y objetos de arte.

El hueco de la escalera está decorado con un gran tapiz llamado «cancillería», tejido en lana y seda en la Manufactura Real de Gobelins para Michel Le Tellier, canciller de Francia desde 1677 hasta 1685, que pertenece a una serie que pasó a continuación al marqués de Argenson (1652-1721), titular del cargo desde 1718 hasta 1720, que hizo colocar en él sus armas.

En el gran salón, bajo la mirada de Madame du Molay de Élisabeth Vigée-Lebrun, y en el salón Huet —que debe su nombre a las Escenas campestres de Jean-Baptiste Huet— hay exquisitos muebles, como escritorios cilíndricos, mesas, cómodas y bonheurs du jour, firmados por los más grandes ebanistas de le época, como Jean-François Oeben, J.-B.

Esta habitación goza de una amplia vista hacia el Parque Monceau, cuyos alrededores, urbanizados por los hermanos Péreire, están salpicados de célebres hôtels particuliers.

El conde de Camondo compró la vajilla de porcelana blanda con punteado verde (llamada vajilla Le Fevre) al anticuario Jacques Seligmann.

Por deseo de asimilación o discreción, las trazas del judaísmo son casi inexistentes en esta residencia.

Descendiendo a la planta baja, volvemos a la Belle Époque, todo ello para la celebración del confort doméstico, con las ingeniosas disposiciones técnicas y arquitectónicas necesarias para asegurar el buen funcionamiento del servicio y el confort cotidiano, como calefacción de aire filtrado, ascensores de aire comprimido, un sistema de limpieza por aspiración, cornisas luminosas, etc.

La cocina atestigua la atención prestada por el propietario a los placeres de la gastronomía.

Como un emocionante rastro olfativo de la presencia humana, el olor a tabaco ha impregnado las boiseries de un pequeño despacho, probablemente el del mayordomo.

La entrada del museo desde la Rue de Monceau .
El gran salón.
La biblioteca empanelada.
La escalera de honor.
El Salón Huet.
Algunas piezas de la vajilla Buffon (1784-1786).
El pequeño despacho.
El antiguo despacho de Nissim de Camondo.