Sus intereses abarcaron muchas ciencias: astronomía, meteorología, geografía, jurisprudencia, teología, física, el estudio de la Biblia, matemáticas, anatomía y medicina.
Gran parte de su fama y reconocimiento posterior es debido a su trabajo sobre la circulación pulmonar descrita en su obra Christianismi Restitutio.
Los estudios recientes elevan el número, pues además de Pedro y Juan, el matrimonio Serveto-Conesa tuvo también a Francisco Serveto, que trabajó como escribano en la notaría zaragozana de Juan Campi; a Antón Serveto, que casó en 1543 con Ángela Ager; a Catalina Serveto, mujer del maestre Jaime Dolz, médico de Sariñena; y a Jerónima Serveto, que casó en 1540 con Jaime Cardona, notario de Sariñena.
[b] Joven con dotes sobresalientes para las letras y gran conocedor del latín, griego y hebreo, Miguel abandonó su población de origen para ampliar estudios, quizá en el castillo de Montearagón.
Tras una estancia para realizar estudios de Derecho en Toulouse (Francia), donde entró por primera vez en contacto con círculos próximos a la Reforma, viajó con Quintana por Italia y Alemania como parte del séquito imperial y presenció la coronación de Carlos V como emperador en Bolonia (1530).
En 1520 se matriculó en artes liberales en el estudio general de artes de Zaragoza (no fue a la universidad hasta 1583), donde era maestro mayor su tío, el filósofo y matemático Gaspar Lax.
También se apunta, aunque con menos probabilidad, al plagio de Gaspar Lax en su obra Filosofía natural, en la que Servet habría colaborado sin figurar como participante.
[17] Posteriormente abandonó a su mentor e inició un periplo por varias ciudades de Centroeuropa afines al naciente protestantismo.
Asimismo, califica a los que creen en tal doctrina como «ateos, es decir, sin Dios» y «triteístas».
A su vez, el Espíritu Santo no sería una tercera Persona trinitaria, sino la fuerza o manifestación del espíritu de Dios tal como actúa en el mundo a través de los hombres.
Había estado brevemente en París, donde un encuentro previsto, pero finalmente no efectuado, con Calvino se transformó en el inicio de una relación epistolar entre ambos.
Allí estudió junto a los grandes médicos de la época, enseñando matemáticas y medicina en la Universidad.
Se mostraba también contrario al bautismo de los niños, puesto que el bautismo debe ser un acto maduro y consciente de discipulado cristiano, lo que le acerca a las posiciones anabaptistas.
Por tanto, los descubrimientos relativos a la circulación de la sangre tenían un impulso más religioso que científico.
Para Servet no había diferencia entre ambos ámbitos, dado que todo obedecía a un mismo gran designio divino.
[19] En respuesta, Calvino le conmina a leer su propio libro Institutio religionis Christianae (Institución de la Religión Cristiana), publicado en 1536.
Servet leyó el libro de Calvino e hizo anotaciones muy críticas en los márgenes del libro, devolviéndole la copia corregida, lo que desagradó enormemente al reformador, quien avisó que si Servet ponía los pies en Ginebra «no saldría vivo de ella».
En una carta fechada el día anterior, Calvino comentaba a Farel que Servet iba a ser condenado sin discusión y conducido al suplicio, y aseguraba que él había intentado cambiar la forma de su ejecución, aunque inútilmente.