José de Acosta

Asimismo, antes de sus diecisiete años, compuso tragedias, comedias y autos bíblicos para ser representados por sus compañeros en los días festivos.

Entre 1559 y 1567, residirá en Alcalá de Henares, entonces centro reconocido del humanismo español.

Allí colaboró con el virrey Francisco Álvarez de Toledo y realizó una importante labor misional, llegando a ser provincial de la Compañía en la provincia jesuita del país ya referido.

Del mismo modo, Acosta también acompañó al virrey en Charcas, y estuvo con él durante su fracasada expedición contra los indígenas chiriguanos.

En este periodo, menciona supervisando la fundición de una gran campana (para la que había dificultades para conseguir combustible para el horno) por lo que fue necesario talar grandes árboles en el valle del río Rímac.

En relación con ello, Acosta tuvo entrevistas con el piloto de la flota de Sarmiento y se le permitió inspeccionar sus cartas obteniendo así mucha información hidrográfica como en particular respecto a las mareas en los estrechos.

Se puso en claro la necesidad de crear Seminarios así como de un Catecismo que debiera ser difundido en lenguas originarias (como el aimara y el quechua) para así poder cumplir las resoluciones del Concilio Tridentino.

En 1586 marchó hacia Nueva España, donde estuvo casi un año, regresando finalmente a la Península ibérica junto al jesuita Alonso Sánchez, cuyo proyecto de una invasión ibérica de China Acosta censuró.

Su cercanía con el rey Felipe II le permitió publicar su primera obra sobre América, De Natura Novi Orbis, en 1589.

Este borrado de la historia fue aprovechado casi dos siglos más tarde por el prusiano Humboldt, cuya corriente antropológica no hace sino copiar sus investigaciones.

Primera página de la Historia natural y moral de las Indias de José de Aco