[1][2]Jarocho era para Veracruz y su “Tierra-Caliente” lo que Ranchero o Charro era para el Altiplano e interior del país.
[7] Existen también varios registros donde el término aparece pero sin la relación explícita con Veracruz o los habitantes de la costa veracruzana, como un gentilicio genérico para todos los habitantes del campo sin importar procedencia, hecho que lo haría un sinónimo de Ranchero o Charro.
El escritor francés, Lucien Biart, quien vivió en México (1846 a 1867), relató en 1862 que era la gente del Altiplano (la Tierra-Templada), quienes apodaban así a los vaqueros y ganaderos veracruzanos por usar garrochas, que los mismos veracruzanos llamaban “jarochas”, para el manejo del ganado vacuno:[11]
Desde sus comienzos, la ganadería en la región tuvo un éxito extraordinario con una rápida multiplicación del ganado, y se estima que hacia el año de 1630, solo en la región del Sotavento, el ganado vacuno se había quintuplicado desde medio millón en 1570 a dos millones y medio de cabezas.
Estos mismos vaqueros conformaban también las milicias de lanceros que protegían el puerto y la región.
[18][19] Como milicianos, se armaban con las mismas garrochas o lanzas que usaban para el manejo del ganado.
Los Jarochos verdaderos no se dedicaban a la agricultura ni a ninguna otra labor campestre que no fuera la ganadería, pues, de acuerdo al escritor Angel Vélez, estos consideraban dichas labores como monótonas y muy “trabajosas”.
[22] Niceto de Zamacois, historiador y periodista español radicado en México, refirió que los Jarochos eran para Veracruz lo que los Rancheros eran para el interior del país:[23] Así, pues, los Jarochos eran muy distintos de los Charros, no solo en sus costumbres sino también en sus técnicas para el manejo del ganado como también en su atuendo.
La montura tampoco tenía cabeza, pues, como ya se había mencionado, estos no usaban un lazo como herramienta principal, sino una garrocha para el manejo del ganado.
[25] Gabriel Ferry, escritor y explorador francés que vivió durante diez años en México, relató que para el Jarocho cualquier comentario, por más insignificante que fuera, era suficiente para provocarlo a una pelea:[26] José María Esteva publicó en 1843 un poema titulado —El Jarocho— que comienza:[27] Camino de Medellin, Del Espartal al confin, Cabalga en manco alazan Compadre Chico Crispin Natural del Novillero, Tres mancos allí tenia; Seis reses en el potrero: Cerca de la Nevería Hace oficio de vaquero.
Unas calzoneras cortas que solo cubrían hasta la rodilla, y abiertas de los lados con botonadura.
Esta prenda, según Biart, comenzaba a entrar en desuso entre los Jarochos hacia la década de 1830.
Para entender esto, hay que tomar en cuenta que cuando el son empieza a tomar "carta de naturalización" como expresión veracruzana (sobre todo a partir de mediados y finales del siglo XVIII y todo el XIX), la ciudad más importante del Estado ya era, precisamente, Veracruz, en la que se conjuntaban todas las manifestaciones artísticas (formales y populares) de la entidad.
En los últimos años ha surgido una corriente de jóvenes músicos, algunos pocos con formación académica, que han retomado las estructuras del son para recrearlas y dar al son una nueva vitalidad, combinando instrumentos no tradicionales, ritmos afrocaribeños y armonizaciones más complejas.