En 1934, ingresó a la Escuela Nacional de Danza, fundada apenas dos años antes y dirigida por Nellie Campobello.
Otros importantes instructores suyos fueron Encarnación López Júlvez, Tessy Marcué y Xenia Zarina.
Por su actuación en los Juegos Panamericanos de Chicago, la revista ‘Life’ le dedicó una portada a Amalia, «y el entonces presidente del país, Adolfo López Mateos, ofreció a la coreógrafa el apoyo necesario para crear uno de los mejores ballets del mundo para México.
Amalia, además de su labor en ese grupo, contribuyó con el apoyo a la danza ofreciendo conferencias, presentaciones y cursos, en los cuales participaron reconocidos bailarines y diferentes grupos de danza folklórica del país.
Con él tuvo una hija, Viviana Basanta Hernández, actual directora artística del Ballet Folklórico de México.
[6] Hernández siguió muy de cerca su evolución hasta 2000, cuando murió, dejando su legado a sus hijas y nieto.