[3] Los alemanes asumieron el control directo de Banato, región convertida en un distrito autónomo del territorio serbio ocupado por los nazis principalmente para satisfacer las demandas del considerable número de alemanes en Yugoslavia (Volksdeutsche).
[4] Los croatas ocuparon Sirmia y la incorporaron al NDH, deteniéndose justo antes de llegar a Belgrado.
Pronto se aprobó una legislación la cual establecía que todos los que no fuesen húngaros o alemanes y se hubiesen mudado a la zona después de 1918 debían ser deportados[9] (entre 1918 y 1924, cerca de 45 000 húngaros habían sido deportados a Hungría desde los territorios transferidos al Reino de los Serbios, Croatas y Eslovenos, mientras que 10 000 colonos militares sudeslavos, principalmente serbios, se establecieron en la región).
[20] Los chetniks, guerrilleros nacionalistas serbios que buscaban reinstaurar la monarquía en Yugoslavia, ofrecieron resistencia esporádica durante la invasión, permaneciendo inactivos la mayor parte de la ocupación y manteniendo únicamente actividades encubiertas.
Varios días después, el Generalfeldmarschall Wilhelm Keitel, jefe del Alto Mando de la Wehrmacht, llegó a Budapest y solicitó que la totalidad del ejército húngaro se desplazase al Frente Oriental.
El Estado Mayor húngaro requirió que las autoridades ocupacionistas aportasen pruebas de una revuelta inminente a gran escala en Bačka.
[25] De acuerdo con el erudito en el Holocausto Mark Levene, la incursión «tal vez había sido pensada como una señal de temor de Budapest que el dominio húngaro sobre los no húngaros en los Balcanes [...] sería tan brutal como esas [...] otras potencias ocupacionistas, o [...] como había sido previamente en la Serbia ocupada por los húngaros durante la Gran Guerra».
Feketehalmy-Czeydner dispuso en consecuencia que todas las ejecuciones cesasen para las 21:00 horas (entre las víctimas se encobraba la madre de Deák).
[23] En Stari Bečej, las autoridades ocupacionistas escenificaron otra «rebelión» seguida de más arrestos masivos.
Alrededor de 200 personas fueron detenidas y llevadas a orillas del Tisza, donde murieron fusiladas, siendo sus cuerpos arrojados al río; cuando las aguas se descongelaron, los cadáveres de los muertos durante la incursión descendieron a través del Danubio y el Tisza.
[34] Los medios húngaros denunciaron la incursión como un hecho sin precedentes en la historia militar del país.
[25] En una correspondencia contemporánea, el Ministro del Interior húngaro Ferenc Keresztes-Fischer escribió que 3755 personas perdieron la vida en la incursión.
[35] Al respecto, Yahil considera que 4116 personas fueron asesinadas (2842 serbios, 1250 judíos, 13 rusos y 11 húngaros),[26] mientras que el historiador Zvonimir Golubović sitúa el total de civiles muertos en la masacre en 3809,[28] cifra aceptada por el experto en el Holocausto Yehuda Bauer.
Horthy, responsable de las incursiones según historiadores serbios y yugoslavos, nunca fue acusado ni juzgado.
Sumado a esto, Képíró afirmó que como oficial de policía su participación estuvo limitada al mero arresto de civiles, negando haber tomado parte en las ejecuciones o en cualquier otra actividad ilegal.
[45] Tras ser absuelto de todos los cargos en julio, Képíró murió por causas naturales dos meses después.
Varios días antes, miembros del parlamento serbio habían efectuado una declaración en la cual condenaban las masacres así como la aplicación del principio de culpa colectiva contra los húngaros en Vojvodina al final de la guerra.
[53][54] La historiadora Deborah S. Cornelius afirma que «las relaciones entre Hungría y Serbia nunca han sido las mismas».
[63] En la base del monumento figura la siguiente inscripción:[33][64] Sećanje je spomenik tvrđi od kamena.