Su territorio se extendía desde el río Vístula en el Oeste, el Dniepr en el Sur, toda la región del Oka y del Volga ahora en Rusia y sus territorios colindaban en el Norte con los de los pueblos fínicos.
El único ámbar que se conocía en ese momento en Euroasia venía del Báltico.
A través del continente europeo, la costa de Letonia fue conocida como un lugar para obtener ámbar.
Hasta entrada la Edad Media, el ámbar era más valioso que el oro; el ámbar letón fue conocido hasta en la Grecia antigua y el Imperio romano, Egipto Antiguo y el Cercano Oriente.
Las culturas bálticas, a su vez, importaban bronce y metales preciosos.
La famosa "ruta de los vikingos a los griegos", mencionada en las crónicas antiguas, se extendía desde Escandinavia, cruzaba el territorio letón navegando el río Daugava hasta la Rus de Kiev, y de ahí continuaba por el Dniéper hasta alcanzar el mar Negro y Constantinopla (hoy Estambul) en el Imperio bizantino.
Los baltos no deseaban cambiar de religión, y se opusieron al cristianismo.
Estas noticias llegaron a oídos del papa Celestino III, el cual decidió emprender las Cruzadas Bálticas.
Los alemanes de la Liga Hanseática fundaron Riga en 1201, que gradualmente se convirtió en la ciudad más atractiva del mar Báltico.
El emperador alemán Luis IV le dio el visto bueno a tal control.
La consolidación de la nación letona ocurrió en 1600, con la unión de los curonios, latgalianos, selenios, semgalianos y livonios (fino-ugrios, en letón: lībieši o līvi), transformándose en una nación culturalmente unida y desarrollada.
El duque Jacobo murió en 1682 y su hijo, Frederico Casimiro, le siguió con el nombre de Federido II.
El duque se interesaba poco por las cosas de Estado y más por las fiestas.
Gastaba sin pensar el dinero de su padre y al final, para pagar sus deudas, vende a los británicos Tobago en 1689.
Las escuelas que el rey sueco Carlos XI había establecido en 1687 fueron cerradas.
Los nobles alemanes se apropiaron de los terrenos que había controlado la Corona sueca.
Bajo dominio ruso, los campesinos letones volvieron a convertirse en propiedad de sus amos.
En 1888 se impuso en el Báltico un sistema policial ruso con numerosos espías e informantes con el fin de aplastar cualquier protesta.
El zar Alejandro III, que llegó al poder en 1881, volvió a prohibir el uso del letón en las escuelas y los profesores y maestros que usaban el alemán o el letón tuvieron dos años para aprender el ruso o dejar de dar clases.
El poeta Andrejs Pumpurs recreó la leyenda nacional Lāčplēsis en una épica enorme.
Aun así, las tropas letonas consiguieron parar el avance alemán en la línea de Daugava durante un tiempo.
[3] Las fuerzas germanas, la Baltische Landeswehr inició entonces una lucha dual contra los rusos bolcheviques y los nacionalistas bálticos.
[2] El presidente Kārlis Ulmanis fue arrestado y murió en 1941 en camino a una prisión en Turkmenistán.
Solo una lista de candidatos previamente aprobados por el "Parlamento del Pueblo" pudo participar.
Documentos electorales soviéticos posteriormente encontraron mostraron que los resultados eran totalmente ficticios.
[4][2] Los nazis emprendieron una campaña contra los judíos,[4] gitanos[4] y "elementos comunistas".
Muchos lituanos fueron reclutados por el ejército alemán para luchar en el frente ruso[4] (15.ª División de Granaderos SS).
Debido a que Letonia aún mantenía una infraestructura bien desarrollada y especialistas en educación se decidió en Moscú que algunas de las fábricas más avanzadas de la Unión Soviética debían situarse en Letonia.
[21] Sin embargo, no había suficientes personas para operar las fábricas de nueva construcción.
El 21 de agosto los tanques soviéticos volvieron a ocupar Riga pero los letones defendieron los edificios del gobierno.