A estas alturas las fuerzas soviéticas se encaminaban hacia las costas bálticas, destrozando toda resistencia alemana y encaminándose a dejar encerrado al Grupo de Ejércitos Norte -mandado por Ferdinand Schörner- antes de que pudiera escapar del cerco hacia la Prusia Oriental.
Sin embargo, Hitler rechazó estas recomendaciones y ordenó que las fuerzas alemanas en Curlandia debían mantenerse allí, creyendo que constituirían bases navales para los nuevos submarinos alemanes del Tipo XXI.
[5] Además, esperaba que la propia Curlandia sirviera como "punto de partida" en una hipotética nueva ofensiva contra la URSS.
Así, treinta y tres divisiones del Grupo de Ejércitos Norte se extendían desde Libau hasta Riga.
[11] Ese mismo día el General Rauser logró obtener de la Comandancia soviética los mejores términos para la rendición.
[12][13] El 9 de mayo, la comisión soviética en Peilei comenzó los interrogatorios a los oficiales del Estado Mayor que habían caído prisioneros.