Giorgio La Pira

[2]​[3]​ Realizó diversos viajes a países del este como China y Rusia, algo controversial en la era de la Guerra Fría, con el objetivo de discutir propuestas para la paz y términos para los conflictos.

La Pira también alegó priorizar el ecumenismo para visitar Moscú, donde se reunía con miembros de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

Fue bautizado el 7 de febrero y tuvo como padrino a su tío Luigi (1880-1973).

[1]​ A lo largo de 1921 trabajó con Luigi, su tío materno, para poder permanecer en la escuela.

Allí fue donde conoció a su hermano, el cardenal Mariano Rampolla del Tindaro.

[8]​ Durante la guerra continuó su campaña contra los fascistas con la publicación clandestina San Marco.

Su activismo contra los fascistas se intensificó cuando Benito Mussolini promulgó las leyes raciales.

Como alcalde, buscó orientar a la ciudad en la reconstrucción, algo caótico para otras ciudades italianas.

También creó nuevas escuelas, renovó el teatro municipal y repavimentó las calles.

[2]​ Eni cambió su nombre a Nuovo Pignone y opera como una división de General Electric.

Después de la guerra no era extraño verlo en público caminar descalzo, ya que había donado sus zapatos y su ropa a los pobres.

La Pira se refería a sí mismo como un «libre apóstol del Señor».

[1]​ En 1934 conoció a Giovanni Battista Montini, el futuro Pablo VI, y se hicieron amigos.

Montini, hablando con Raffaele Bensi se refirió a La Pira como su director espiritual y confesor.

Buscó poner a Florencia en un lugar preponderante, como un centro para las iniciativas de paz y foros.

Pese a las numerosas críticas, La Pira visitó Moscú y China e incluso Hanói durante la Guerra Fría.

La Pira apoyó la decisión de Juan XXIII de convocar el Concilio Vaticano Segundo y comentó que el papa «abrió sus brazos para todos los cristianos y todos los pueblos del mundo».

[10]​ El cardenal Giovanni Benelli bendijo sus restos cuando La Pira murió y se celebró una misa en su lecho de muerte.

[3]​ Afirmó que el monarca de Marruecos, Hasán II, le preguntó si, como musulmán, podía testificar en la canonización de La Pira, dado que se fascinó con su previsión.

El rey había conocido al alcalde en su celda de San Marco y su naturaleza humilde también lo encantó.

Además lo llamó «un cristiano con una coherencia insuperable», cuya fe fue «el eje de toda su vida».

[13]​ El cardenal Tarcisio Bertone mencionó haber sostenido correspondencia con La Pira y lo calificó como «fascinante».