Güelfos y gibelinos

Durante esta época ambas facciones representaban a los dos poderes universales que se disputaban el Dominium mundi.

La guerra se reinició entre Conrado III y Enrique el Soberbio, quien fallecido en 1139, la continuó su hermano Güelfo VI.

La elección tenía varias motivaciones: en primer lugar, la búsqueda de la autonomía impulsaba a ciudades bajo el control del Imperio a buscar la alianza con el Papa (como pasaba en el caso de Milán) mientras que las ciudades bajo la influencia del papado buscaban la ayuda del Imperio (como era el caso de Forlí); en segundo lugar, se elegía un partido simplemente por oposición al partido a favor del cual se había declarado la ciudad rival (si Milán era güelfa, Pavía tenía que ser gibelina; si Forlí era gibelina, Faenza sería güelfa, etc.) siguiendo el viejo principio de que «los enemigos de mis enemigos son mis amigos».

Hubo también ciudades que mantuvieron una adscripción variable a uno u otro partido, como Bérgamo, Ferrara, Florencia, Lucca, Milán, Padua, Parma, Piacenza, Treviso, Verona o Vicenza.

Pero los legados imperiales no protestaron la traducción, y el papa Adriano IV sólo negó la interpretación de beneficium hecha por Reinaldo cuando ya se había producido la reacción airada del emperador.

Esta Liga fue compuesta inicialmente por 16 ciudades, y más tarde ampliada a 20, incluyendo Milán, Venecia, Mantua, Padua, Brescia, y Lodi; fue respaldada desde sus comienzos por el papa Alejandro III, que vio en ella una buena aliada contra su enemigo el emperador Federico I Barbarroja.

Tras ser coronado emperador, Enrique VI fracasó en conquistar Nápoles en 1191, tuvo que retirarse por una epidemia de tifus.

Federico II convocó una Dieta Imperial en abril de 1226 en Cremona, para reforzar la autoridad en Italia y preparar la Cruzada.

El papa convocó un Concilio en Roma para deponer al Emperador, pero las naves gibelinas dirigidas por Andreolo de Mari y Ugolino Buzaccarini[21]​ capturaron la flota pontificia comandada por el almirante genovés Iacopo Malocello, [22]​que llevaba a los cardenales que iban al Concilio.

Ante la negativa, se sublevó en Roma, y aprovechando la ausencia del Papa asaltó la residencia papal e hizo prisioneros a todos los cardenales presentes.

[31]​[32]​ Además a todo eso, tuvo sus miras puestas en recobrar el Imperio Latino, lo que produjo los temores del emperador Miguel VIII Paleólogo, quien propuso la unión de las iglesias romana y griega.

Sin resignarse aún, Alfonso se dirigió al encuentro del Papa en Beaucaire, donde no obtuvo concesiones, renunciando a sus derechos en mayo de 1275.

[40]​ Y en cuanto a Rodolfo I, una vez reconocido como rey de Romanos por el papa Gregorio X, se iniciaron negociaciones para su coronación, que se vieron interrumpidas por la muerte del pontífice en 1276, y por las muertes prematuras de los tres papas sucesivos.

[46]​ De nuevo interrumpidas las negociaciones durante el pontificado antialemán[47]​ de Martín IV (1281–1285), su sucesor Honorio IV (1285–1287), quien siendo cardenal ya había tratado este asunto en época del papa Adriano V (1276), estableció la coronación imperial en Roma para 1287, pero las disensiones y guerras internas en Alemania imposibilitaron el viaje para su coronación.

Con el fracaso del emperador Federico II en dominar Italia, la península quedó sin impedimento dividida efectivamente en unidades políticas independientes y enfrentadas entre sí.

Contando con la oposición del Papa Clemente V, que apoyaba al rey Roberto I de Nápoles, legado papal, el Emperador convocó una Dieta en Pisa, a la que no que asistió el rey napolitano, feudatario suyo por Provenza, fue declarado enemigo del imperio y depuesto, y acordó una alianza con el rey de Federico II de Sicilia para invadir Nápoles.

Las postreras intervenciones imperiales Luis IV (1327–30) y Carlos IV (1354–55, 1368–69), no venían asociadas a un monarca universal, sino como breves participantes de la escena política que buscaban beneficios limitados como la coronación imperial en Roma y la recaudación de tributos.

Durante este periodo, la fragmentación e inestabilidad heredada del periodo comunal fue superada por la formación de divisiones políticas más estructuradas y coherentes y con mayor amplitud territorial, esto es, las ciudades más poderosas se aseguraron el control de sus vecinas.

Las postreras intervenciones imperiales Luis IV (1327–30) y Carlos IV (1354–55, 1368–69), no venían asociadas a un monarca universal, sino como breves participantes de la escena política que buscaban beneficios limitados como la coronación imperial en Roma y la recaudación de tributos.

Milán gobernado por los Visconti era un poder dominante entre las comunas lombardas, y pronto pretendió ejercer su hegemonía en el norte italiano.

Mientras, Cangrande della Scala, señor de Verona, lograba el éxito gibelino en la marca trevisana, expandiéndose en Feltre, Belluno, Cividale, Padua y Treviso; y debido a su negativa a renunciar al vicariato imperial concedido por Federico de Habsburgo, fue excomulgado por el papa Juan XXII en 1318.

[79]​ Además, en Ferrara fue expulsado en 1317 el rey Roberto de Nápoles, tras nueve años como vicario del papa, y fue llamado Obizzo III de Este al poder,[80]​ lo que produjo un enfrentamiento con el papa, que puso a la ciudad bajo interdicto.

Sin embargo, Carlos IV de Luxemburgo, no deseaba emplear sus fuerzas para beneficiar al papado, con lo que el papa Clemente VI, prefirió reconocer el vicariato de Visconti en Bolonia en 1352[92]​ a cambio se suculentas cantidades económicas[93]​ y retrasar la coronación imperial.

Así, Carlos concluyó tratados con todos los enemigos de los Visconti, pero tampoco pretendía que su entrada en Italia significara la guerra.

[97]​ Aunque Carlos en apariencia había restablecido autoridad en la Italia imperial, defraudó a los gibelinos que esperaban la pacificación.

Los proyectos de Gian Galeazzo se entendieron también hacia Toscana contra Florencia, originándose tres guerras entre estos dos poderes (1390–92, 1397–98, 1400–02).

Por otro lado, Florencia solicitó ayuda a otro enemigo de Gian Galeazzo, el conde de Armagnac Juan III, pero la ofensiva conjunta contra Milán fracasó, y una paz fue alcanzada en Génova (1392) entre Milán y Florencia, Carrara recuperó Padua (1390), pero Venecia permaneció en Treviso.

El rey de Romanos, Roberto del Palatinado, entró en Italia en 1401, y se le unió el señor de Padua, pero este ejército fue derrotado en Brescia, y sin suficientes subsidios para continuar la lucha, Roberto regresó a Alemania en 1402.

Completamente cercada y aislada frente a Milán, Florencia se salvó por la muerte inesperada por peste de Gian Galeazzo en 1402.

A su muerte, el Estado que había construido colapsó con su hijo el incompetente Giovanni Maria Visconti (1402-1412), y se produjo la disgregación del poder de los Visconti en Lombardía, donde ciudades como Cremona, Crema, Plasencia, Bérgamo, Como, Lodi, Pavía, Alejandría, Parma o Brescia, se independizaron en manos de los condottieri.

Posesiones de los Güelfos en tiempo de Enrique el León (siglo XII ).
El emperador Federico I Barbarroja . Miniatura de un manuscrito de 1188, Biblioteca del Vaticano.
Retrato de Reinaldo de Dassel en el relicario de los Reyes Magos de la Catedral de Colonia .
El emperador Enrique VI . Codex Manesse , aprox. 1300
Otón IV y el papa Inocencio III se dan las manos (de Heidelberg, Cod. Pal. germ. 19-23, 1450).
El rey de Romanos Felipe de Suabia (Miniatura ca.1200, San Galo ).
El emperador Federico II , procedente del libro De arte venandi cum avibus (Biblioteca Vaticana, Pal. lat 1071), final del siglo XIII .
El papa Gregorio IX , procedente de Universitätsbibliothek Salzburg, M III 97, 122rb, ca. 1270.
El Rey de romanos Enrique Hohenstaufen recibe el homenaje en Würzburg, procedente de la Crónica del obispo Lorenz Fries (mediados del siglo XVI ).
Carga de la caballería parmesana contra el campo imperial en la Batalla de Parma (1248), de un antiguo manuscrito.
Retrato de Conrado IV , rey de Romanos (1237-1254).
Alfonso X , rey de Castilla y Léon, y rey electo de romanos y aspirante a la coronación imperial, intento conocido como el fecho del imperio ; procedente del Libro de los juegos , 1283.
Conradino , rey de Sicilia y de Jerusalén; procedente del Codex Manesse (Folio 7r) (aprox. 1300).
Lápida con la efigie de Rodolfo I de Habsburgo , rey de Romanos, en su tumba en la Catedral de Espira .
Pedro III de Aragón , arriba a Sicilia tras las Vísperas Sicilianas . Biblioteca Vaticana .
Mapa del Imperio en época del emperador Enrique VII (1308-1313).
Mateo Visconti el Grande en una ilustración de Grande illustrazione del Lombardo-Veneto... Milano, Corona e Caimi Editori, 1858.
Castruccio Castracani, Biblioteca Statale de Lucca
Territorios de la señoría de Verona controlados por Mastino II della Scala en su máxima expansión en 1336.
El emperador Carlos IV en un fragmento del panel votivo del Arzobispo Jan Ocko de Vlasim, por Meister Theoderich von Prag
El señor y después duque de Milán, Gian Galeazzo Visconti, en una ilustración de Grande illustrazione del Lombardo-Veneto... Milano, Corona e Caimi Editori, 1858.
El rey de Romanos, Wenceslao de Luxemburgo convirtió a Milán en un ducado imperial en 1395
Mapa del Imperio hacia 1400 en época de Roberto del Palatinado (1400-1410).
Lápida con la efigie del Rey de Romanos, Roberto del Palatinado , en Heiliggeistkirche (Heidelberg).
El ducado de Milán a la muerte de Gian Galeazzo en 1402.
El duque de Milán, Felipe María Visconti en una ilustración de Grande illustrazione del Lombardo-Veneto... Milano, Corona e Caimi Editori, 1858..
Castillo de Fenis , con sus almenas gibelinas .