Enrique logró tamaño poder, en parte por sus aptitudes políticas y militares, y en parte a través de los legados de sus cuatro abuelos.
Enrique, sin embargo, no reclamó su herencia, y Conrado le retornó Sajonia en 1142.
[1] En 1156 Enrique readquirió Baviera por decisión del nuevo emperador, Federico Barbarroja.
En esta última, su capital, hizo erigir un león de bronce, su animal heráldico, en el patio del castillo Dankwarderode en 1166.
Pero en 1174 Enrique rechazó ayudar a Federico en la renovada invasión de Lombardía, debido a que estaba preocupado por asegurar sus propias fronteras en el Este y no consideraba que la aventura italiana mereciese el esfuerzo, aun cuando Federico le ofreció la rica ciudad imperial de Goslar, en el sur de Sajonia, como recompensa, un trofeo que Enrique había ambicionado por largo tiempo.
Fue exiliado de nuevo en 1189, y su esposa Matilde falleció en aquel mismo año.