Historia de Múnich

Por este motivo la ciudad se llama München en alemán, y en el blasón aparece un monje.

Desde estos años los colores de Múnich son los mismos que los del Sacro Imperio Romano: negro y oro.

Debido al peligro de los husitas se construyó en 1429 una nueva muralla exterior.

Tras el gran apogeo cultural que Múnich experimento durante el gótico tardío, Alberto IV nombraría a la ciudad capital de Baviera en 1506.

En 1589, Guillermo V fundó la cervecería Hofbräuhaus, que se encargaría del suministro a la corte.

Bajo el duque Maximiliano I de Baviera Múnich sería elegida como residencia permanente en 1623.

Tras el fin de la guerra en 1648 la ciudad se recuperó rápidamente y bajo el gobierno del príncipe elector Fernando María tuvo su apogeo el Barroco italiano.

Tras la coronación del príncipe elector Carlos Alberto en 1742 las tropas austriacas volvieron a ocupar de nuevo y durante dos años la ciudad.

Aunque Múnich ya era residencia imperial en 1328, el verdadero ascenso de la ciudad se produjo 450 años más tarde.

Bajo el mecenazgo del hijo de Luis Maximiliano II (1848-1864) florecieron especialmente las artes humanistas, también construyó en un estilo neogótico los edificios adyacentes a la Maximilianstraße, hoy en día una de las zonas comerciales más prestigiosas del continente.

En 1916 durante la Primera Guerra Mundial Múnich sufrió bombardeos por parte de Francia, que no causaron sin embargo grandes daños.

En los años siguientes, ya bajo la República de Weimar, Múnich se convertiría en una ciudad clave para el Nacionalsocialismo.

Allí se instaló el Führerbau[1]​ y la sede central del Partido Nazi, la llamada Casa Parda.

Llegada de Napoleón a Múnich en 1805.
Múnich según un plano catastral de inicios del siglo XIX
Vídeo aéreo de Múnich, tras el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945.
Sello especial de la Oficina Federal de Correos de Alemania con la sede de los Juegos Olímpicos de 1972.