En Romaña, el papa Bonifacio IX obtuvo las ciudades de Bolonia y Perugia e hizo las paces con Milán.
Milán buscó el apoyo de Venecia, ofreciendo todo el territorio que había poseído al este del río Adigio, lo que fue aceptado, y se iniciaron las hostilidades contra Carrara, con gran éxito para los venecianos que en 1406, ya poseían Treviso, Feltro, Belluno, Verona, Vicenza y Padua, y habían logrado la desaparición de Carrara, ante la indiferencia de Florencia.
Aprovechando la muerte de Gian Galeazzo, además de ampliar su territorio entre 1404 y 1405 con Verona, Vicenza, y Padua, entre 1411 y 1420 incorporó los amplios territorios del príncipe eclesiástico, el patriarca de Aquilea en Friuli, controlando el acceso desde Alemania a Italia oriental.
Tras la elección del papa romano Gregorio XII, este inició contactos diplomáticos con su rival aviñonés Benedicto XIII para lograr una solución al cisma, acordando ambos pontífices encontrarse en Savona.
Mientras Milán cayó en la anarquía y no fue hasta la ascensión de su hermano Felipe María en 1412, cuando se llevó a cabo la recuperación territorial y la afirmación de la autoridad del duque frente a los señores locales.
Venecia, por su parte se debatía si expandirse sobre la tierra firme más allá de Padua, Vicenza y Verona, para contrarrestar la expansión milanesa, o simplemente aprovechar ganancias económicas en Lombardía.
No fue hasta la elección del dogo Francesco Foscari en 1423, cuando terminó el aislacionismo de Venecia en Italia.
[5] Visconti recuperó las tierras ocupadas por Florencia en Liguria, pero tuvo que renunciar a la zona de Vercelli, conquistada por Amadeo VIII de Saboya, y a Brescia, que quedó para Venecia, y prometió dejar de inmiscuirse en Romaña y Toscana.
Felipe María Visconti, que se hallaba solo frente a Florencia, Venecia, y al nuevo papa de origen veneciano, Eugenio IV,[9][10][Pa.
[12] Pese a las victorias milanesas en Pavía y Delebio, y el envío del condottiero Francisco Sforza[Ady 1] para evitar la caída de Lucca[12] había un estado de agotamiento general y gracias a la intervención del Papa se alcanzó otra nueva pacificación en Ferrara el 26 de abril de 1433, que volvió a statu quo,[13] y que fue el momento para acordar la coronación imperial,[Lo.
2] y una rebelión expulsó al pontífice de Roma, estableciéndose en una Florencia que emprendería el cambio institucional tres meses después.[Pa.
El papa Eugenio IV se mostró partidario de los angevinos.
7] recibió Cremona como dote[Ady 4] por casar con el único descendiente del duque de Milán, su hija Blanca.
Visconti temía del poder de Sforza, aunque no lo quería aniquilado,[Cr.
Sforza aún pudo mantenerse en la Marca tras la victoria de Monteloro (1443),[Pa.
6] pero poco después se formó una liga que terminó por expulsarle de la Marca.
Francesco Sforza fue contratado por la república de Milán y derrotó al duque de Orléans, incorporó ciudades lombardas como Pavía y Piacenza, y sometió los territorios que habían conquistado los venecianos, a los que derrotó en Caravaggio (1448), con lo que pudo pactar con ellos una alianza para ayudarle a conseguir el trono ducal.
[23] Esta determinación de no reconocer a Sforza como duque por parte del emperador puede ser considerado un destello del interés imperial en Italia, lo que restó legitimidad como baluarte frente a una intervención francesa o veneciana.