Futurismo

Rechazaba la estética tradicional e intentó ensalzar la vida contemporánea, basándose en sus dos temas dominantes: la máquina y el movimiento.

Al año siguiente los artistas italianos Giacomo Balla, Umberto Boccioni, Carlo Carrà, Luigi Russolo y Gino Severini firmaron el Manifiesto de los pintores futuristas.

El futurismo procede directamente del cubismo,[1]​ incluso los primeros cuadros, son de pleno derecho, cubistas, pero evolucionan rápidamente hacia una estética diferenciada, debido a su obsesión por representar la velocidad.

Por su carácter agresivo -"No puede haber belleza sin lucha"- y por el hecho de aclamar la guerra como la única higiene del mundo, cuando estalló la Primera Guerra Mundial la mayoría de ellos se fue al frente para luchar y, desafortunadamente, sin volver nunca.

El mismo Marinetti, no obstante continuase a declararse contrario a lo que él llamaba "passatismo", aceptó en 1929 la nombración de académico de Italia por parte del régimen fascista.

En 1914 se presentaron también los primeros dibujos sobre una ciudad moderna de Antonio Sant'Elia y Mario Chiattone.

Aunque el futurismo tuvo una corta existencia, aproximadamente hasta 1944 -acabado con la muerte de Marinetti- su influencia se aprecia en las obras de autores canónicos como Marcel Duchamp, Fernand Léger y Robert Delaunay en París, así como en el definitivo constructivismo ruso.

La música futurista introdujo sonidos experimentales inspirados en la maquinaria, e influyó en varios compositores del siglo XX.

Por el contrario, la sinfonía italiana estaba dominada por la ópera en una "forma absurda y antimusical".

El único italiano al que Pratella podía elogiar era a su maestro Pietro Mascagni, porque se había rebelado contra los editores e intentado innovar en la ópera, pero incluso Mascagni era demasiado tradicional para los gustos de Pratella.

En la literatura, el futurismo abjura completamente del pasado y alienta a no respetar la métrica.

El llamado teatro sintético del futurismo es el espacio en el cual las acciones ocurren a una velocidad vertiginosa, con tramas de no más de diez minutos, y donde se ocultan las presencias humanas, y solo se ven los pies de los actores, cuyas figuras se adivinan por metonimia.

[5]​ La importancia que tuvo el futurismo, más allá de sus méritos artísticos, consistió en crear una estética desde cero, con lo que se hizo posible una profunda renovación de las técnicas y principios artísticos, cuyas repercusiones aún se sienten.

Fue uno de los primeros "ismos" o vanguardias artísticas, y su valor como movimiento de ruptura allanó el camino a otras corrientes que refrescaron el panorama artístico en los albores del siglo XX.

Umberto Boccioni , Dinamismo de un ciclista , 1913, Museo Guggenheim de Venecia .
Los futuristas italianos Luigi Russolo , Carlo Carrà , Filippo Tommaso Marinetti , Umberto Boccioni y Gino Severini en frente de Le Figaro , en París , el 9 de febrero de 1912.
Umberto Boccioni, Formas únicas de continuidad en el espacio (1913).
Joseph Stella , 1919-20, Puente de Brooklyn , óleo sobre lienzo, 215,3 x 194,6 cm, Galería de Arte de la Universidad de Yale .
Joseph Stella , Battle of Lights, Coney Island , 1913-14, óleo sobre lienzo, 195,6 × 215,3 cm (77 × 84,75 in), Galería de Arte de la Universidad de Yale , New Haven, CT.
Un ejemplo de diseño futurista: "Lámpara de rascacielos", del arquitecto italiano Arnaldo dell'Ira , 1929.
Luigi Russolo con sus Intonarum
Fotografía grupal de varios futuristas rusos, publicada en su manifiesto A Slap in the Face of Public Taste. De izquierda a derecha: Aleksei Kruchyonykh , Vladimir Burliuk , Vladimir Mayakovsky , David Burliuk y Benedikt Livshits .
Natalia Goncharova , Ciclista , 1913