Fue pretendiente al trono de Hannover como Ernesto Augusto II.
A la muerte de su abuelo, en 1851, fue el príncipe heredero, y su padre el rey Jorge V.
Pero solo gozó de este rango hasta 1866, cuando el Káiser Guillermo I de Alemania y su ministro Otto von Bismarck invadieron Hannover y lo anexionaron al Imperio alemán destronando a su padre el rey.
A pesar de ser reconocido allende el La Mancha como un importante general y príncipe de sangre y par del reino, Ernesto Augusto de Hannover siempre se consideró un monarca alemán exiliado de su tierra, y por eso se asentó en Austria y no en Gran Bretaña.
La Primera Guerra Mundial provocó una brecha entre la familia real británica y sus primos hanoverianos.