Embajadas y legaciones extranjeras (guerra civil española)

En 1937, los asilados comían mejor que la mayoría de los madrileños, y algunos se dedicaron al mercado negro.[6]​ Largo Caballero deseaba vaciar las embajadas, pero el problema era que no se podía garantizar que los asilados liberados no retornasen a España junto a los sublevados y tomasen las armas contra la República.Se calcula que entre 15.000 y 20.000 personas buscaron asilo en las legaciones, la mayoría en los tres primeros meses de guerra.Siguieron su ejemplo las de Francia, México, Panamá, Rumania, Bélgica, los Países Bajos, Bolivia, Cuba, Checoslovaquia, Grecia, Japón, Paraguay, Polonia, Suecia, Suiza y Uruguay.Otras legaciones que participaron en esta misión humanitaria, aunque en menor medida fueron las de Bélgica, Brasil, Colombia, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Yugoslavia,Turquía y Venezuela.Durante los primeros meses de la guerra civil, dio asilo a 15 ciudadanos alemanes y 65 españoles.Temiendo un ataque de los milicianos, los representantes de Chile, Rumanía, Países Bajos y Noruega intentaron llevarse a los refugiados, pero los milicianos lo impidieron, apresando a 2 alemanes y 45 españoles.[2]​ En la embajada argentina y edificios anexos encontraron refugio más de 1.500 personas.Al romper Uruguay[11]​ relaciones con la República, Argentina pasó a representar sus intereses.Pese al amparo que la policía española daba a estos asaltos, fueron rechazados.[14]​ Robert Everts, el embajador belga en Madrid desde 1931, se encontraba en San Sebastián al inicio de la guerra y pasó la guerra en San Juan de Luz, sin contacto con el gobierno Español.También tomó la decisión de reemplazar la bandera belga de la embajada por una bandera del Congo (en ese tiempo colonia belga), que podría parecer más neutral a las milicias que controlaban a la capital.Entre ellos estuvieron los escritores Rafael Sánchez Mazas, Víctor de la Serna, José María Alfaro y Joaquín Calvo Sotelo.[23]​ Al reconocer El Salvador, Guatemala y Honduras al gobierno franquista y cortar sus relaciones con el gobierno de la II República, la embajada chilena se hizo cargo de los refugiados en sus embajadas.En dicho edificio estuvieron resguardados, hasta gestionar su escapada hacia Polonia junto a sus familias, unos 400 asilados.[28]​ [1] Cerrada la Legación Polaca en 1942, por la presión nazi, el judío Hoenigsfeld fue avalado por Canalda y Guillén para abandonar España, como deseaba aunque finalmente permaneció en Madrid hasta su muerte.