El término Reichskanzlei también se refiere a varios edificios que albergaban los niveles superiores del gobierno de Alemania.
La Wilhelmstraße, cercana a la Puerta de Brandeburgo, se convirtió en el eje de todos los edificios del gobierno alemán y en sinónimo del poder político, término que se siguió usando durante la Alemania nazi.
El régimen nazi requería de fortalecer la Wilhelmstrasse como símbolo político y por ello se decidió construir la Nueva Cancillería en ese lugar.
Los mismos soldados montaban guardia en las entradas principales de la Cancillería y tenían su cuartel general en un edificio anexo.
Desde el exterior, la cancillería tenía un aspecto severo, inspirado tanto por el neoclasicismo cuanto por el art decó «sobrio» que caracterizaron la arquitectura nazi.
Tenía tres niveles, ventanas cuadradas y varias astas para sendas banderas nacionales.
Hitler quedó muy impresionado con el edificio y fue inusualmente efusivo en sus alabanzas a Speer, calificando al arquitecto como «genio».
Un gran globo terráqueo dominaba la decoración del severo despacho, así como un retrato de Bismarck.
Speer recuerda que la mano de obra conjunta —albañiles, carpinteros, fontaneros, etc.– fueron invitados a inspeccionar el edificio terminado.
El Palacio fue defendido por las últimas divisiones del Ejército alemán y las Waffen-SS cuando Hitler se encontraba en su búnker hasta el día de su suicidio.
En contraste, el parque interior y los accesos al Búnker no parecen haber sido afectados por los bombardeos.
Los aliados encontraron en buen estado todo el cuerpo central del Palacio, incluyendo la gran galería y el despacho de Hitler.