Sin embargo, la noche antes de iniciarse el viaje, un misterioso incidente hace que las amarras queden sueltas cuando todos los marineros están en tierra y los estudiantes a bordo, al mismo tiempo que un viento huracanado empieza a soplar, empujando el barco hacia el este.
Briant, que se erige pronto en el líder del grupo debido a su voluntariosidad y buen hacer, se cruza a menudo con la denodada oposición de Doniphan, que muestra envidia ante la popularidad del joven francés y rechaza cualquier intento de Briant de suavizar los problemas.
Con el objetivo de intentar averiguar dónde se encuentran los amotinados, Briant decide ampliar la cometa para que pueda llevar un pasajero: cuando llega el momento, Jacques se ofrece voluntario para la peligrosa hazaña.
Preguntado por el motivo, Jacques confiesa haber sido el que soltó las amarras del Sloughi como parte de una broma, no sabiendo que derivaría en el terrible viaje a través del Pacífico.
Tras planear todo, se hacen a la mar y viajan en dirección norte en busca de una estación desde la que puedan solicitar repatriación, pero por suerte se cruzan con el transatlántico estadounidense Grafton, cuyo capitán no tiene reparos en desviarse de su ruta para poder llevar a todos a Auckland, donde son recibidos con gran alegría por sus familias, mientras que Kate y Evans reciben gran agradecimiento por ayudarles.