El rey designó a su hija preferida, Isabel María, regente hasta que su "heredero legítimo regresara al país".
Pero jamás especificó quién era ese heredero, si era Pedro, el emperador, o Miguel, el príncipe en el exilio.
Recibió el título, de acuerdo con la tradición portuguesa, al nacer su primer hijo, el heredero.
También dictó un acta para asegurar la salud pública y evitar que se expandiera el cólera por el país.
Además, apoyó políticas que fomentaban el aumento del nivel educativo de la población.