A principios del siglo VI, Ruricio I construyó el monasterio y la iglesia de San Agustín en Limoges.
A partir del siglo V se recuerdan los nombres de los santos ermitaños Amand, Junien, Léonard, Sylvain, Léobon, Goussaud, Vaulry y Pardoux.
A finales de siglo y principios del siguiente aparecieron los primeros monasterios.
San Antonio de Padua estuvo en Limoges entre 1226 y 1227 para fundar allí un monasterio franciscano.
Es en Limoges donde el Niño Jesús se apareció a san Antonio.
[1] Entre las personalidades eclesiásticas originarias del Limosín, se encuentran dos papas, que se sucedieron en la Cátedra de San Pedro: Clemente VI (1342-1352) e Inocencio VI (1352-1362).
Durante las guerras religiosas del siglo XVI, Limosín vivió un período oscuro de devastación y muerte.