Paul Feyerabend, filósofo de la ciencia, desarrolló el concepto de anarquismo epistemológico, el cual sostiene que no existen reglas metodológicas útiles y sin excepciones que rijan el progreso científico o el crecimiento del conocimiento, y que la idea de que la ciencia puede o debe operar de acuerdo con lo universal y las reglas estipuladas resulta irreal, contraproducente y perjudicial para la ciencia misma.
El historiador Jacques Barzun cualificó la ciencia como “una fe tan fanática como cualquier otra en la historia” y advirtió acerca del uso del pensamiento científico para suprimir la importancia de significado como parte integral de la existencia humana.
Esa ciencia insiste en que únicamente aquellos que han pasado a formar parte de su comunidad, mediante capacitación y credenciales otorgadas, están calificados para llevar a cabo esas críticas.
Sugirió que, tal como la adivinación es un medio epistemológicamente específico para comprender una cuestión dada, la ciencia misma puede considerarse una forma de adivinación que se fundamenta desde una visión occidental de la naturaleza (y por ello sus posibles aplicaciones) del conocimiento.
Schumacher consideraron que la revolución científica del siglo XVII cambió la ciencia, desde un enfoque en la comprensión de la naturaleza o la sabiduría, hacia un enfoque en la manipulación de la naturaleza, es decir, el poder, y el énfasis de esa ciencia en manipular la naturaleza conduce inevitablemente a manipular a las personas también.
Las ciencias sociales y del comportamiento han padecido durante mucho tiempo el problema de que sus estudios no son en gran medida reproducibles.
[21] Ya sea que se lleven a cabo a propósito o no, todas estas cuestiones deben tenerse en cuenta dentro de la investigación científica, y no se debe suponer que las pruebas publicadas están fuera del ámbito del sesgo y el error; Hoy en día algunos críticos afirman que muchos resultados en revistas científicas son falsos o exagerados.
Algunas feministas, como Ruth Hubbard y Evelyn Fox Keller, critican el discurso científico tradicional como un sesgo histórico hacia una perspectiva masculina.
Por ejemplo, la primera generación de mujeres que recibió títulos universitarios avanzados en Europa se dedicaron casi por completo a las ciencias naturales y la medicina, en parte porque esos campos en ese momento eran mucho más acogedores para las mujeres que el área de las humanidades.
En su estudio sobre el proceso de fertilización, Martin describe varios casos en los que la percepción sesgada por el género sesgó las descripciones de los procesos biológicos durante la fertilización e incluso obstaculizó la investigación.
Determinar cuánta relevancia dar a diferentes lados en un debate científico requiere una considerable experiencia en el tema de discusión.
[35] Karl Marx también pensó que la ciencia fue impulsada en gran medida y utilizada como capital.
[36] Robert Anton Wilson, Stanley Aronowitz y Paul Feyerabend pensaron que el complejo militar-industrial, las grandes corporaciones y las subvenciones que obtuvieron, tuvieron una inmensa influencia sobre la investigación e incluso sobre los resultados de los experimentos científicos.
[37][38] Aronowitz incluso fue tan lejos como para decir: "No importa que la comunidad científica ritualista niegue su alianza con el poder económico/industrial y militar.