[1][2] Su denominación se debe al espacio urbano que ocuparon y a que todas las obras teatrales profanas eran llamadas «comedias», aunque abarcasen los tres géneros: la tragedia, el drama, y la comedia propiamente dicha.Los hombres veían el espectáculo de pie, en el patio y a cielo abierto; al final del cual se reunían los temidos "mosqueteros".Una de las primeras mejoras fue la instalación de un toldo que protegía del sol al público del patio y evitaba que hubiese zonas iluminadas y otras en penumbra, tanto en el tablado como en el patio.[8] A esta lista, aunque fuera del territorio la peninsular, podrían añadirse los corrales abiertos en el Nuevo Mundo.En el último tercio del siglo xvi se edificaron los 7 corrales que componen la primera de estas generaciones.[7] México y Perú fueron las posesiones americanas donde más se desarrolló el modelo del corral de comedias.Entre sus normas se incluía la presencia de un alguacil, entre cuyas diversas funciones estaba vigilar que: "...no haya ruidos, ni alborotos, ni escandalos [sic], y que los hombres y mujeres esten [sic] apartados, así en los asientos, como en las entradas y salidas, para que no hagan cosas deshonestas y para que no consientan entrar en los baños a persona alguna fuera de los actores."
Corral del Príncipe en 1730. Dibujo esquemático de José Antonio de Armona.