La tradición atribuye su nombre a la legendaria existencia, ya en 1263, de un peral que sombreaba el manantial.[2] El nombre caños es el que se daba en el siglo XVI a los acueductos, hablándose, por ejemplo de los Caños de Segovia o los Caños de Mérida, y se refiere a la conducción que traía agua a la fuente y que ha aparecido durante una intervención arqueológica.Con la explanación y derribo del caserío para abrir la Plaza de Oriente, este espacio quedó enterrado con la fuente incluida, lo que permitió su conservación.La fuente tenía anexado un lavadero con 57 pilas que empleaba el agua sobrante de los caños.Por una razón desconocida la fuente no se desplazó, ni quedó destruida, sino tan sólo soterrada.La Fuente de los Caños del Peral, que abastecía a la población madrileña a través de una distribución realizada por los aguadores, poseía en sus instalaciones adyacentes un lavadero.En 1991 fueron localizados los restos durante las obras de ampliación realizadas por Metro, siendo técnicamente imposible su integración en el andén.
Detalle de la Topographia de la villa de Madrid descrita por Don Pedro Texeira (año 1656 ). En la parte superior derecha aparece representada la Fuente de los Caños del Peral, con el número 33
Reconstrucción de una de las fuentes, en la Plaza de Isabel II.