Es difícil precisar la fecha exacta de construcción del viaje, puesto que incluso las fuentes originales difieren: algunos legajos establecen la fecha de inicio de las obras en torno a 1611, mientras que otros la sitúan, implícita o explícitamente, entre 1612 y 1614.
No en vano, ya en 1631 encontramos un documento en el que el propio Angulo reprocha al soberano su magnificencia en el otorgar mercedes de agua: “(…) haviendo yo ofrecido a su Magd.
Estos obstruían el flujo de agua, disminuyendo los caudales.
La situación se agravaba cada vez que la sequía hacía su aparición.
Un documento remitido por el Fontanero Real a la Junta de Obras y Bosques en 1737 revela que en aquel entonces muchas galerías del viaje estaban completamente arruinadas, y que el viaje llevaba sólo veinte reales de agua –un treinta por ciento menos que cien años antes– a distribuir entre el Palacio y otros cuarenta y ocho aprovechamientos.
El incendio que asoló el Real Alcázar en 1734 tuvo como consecuencia su total reconstrucción.
Durante la misma se prestó atención a la problemática del abastecimiento de agua, ejecutándose importantes obras en el viaje de Amaniel entre 1737 y 1752.
Entre ellas destacan las realizadas por Saqueti, que dejaron inoperativos largos tramos de las cabeceras del viaje original a favor de una ruta más corta y directa.
Pese a todo, el viaje de Amaniel todavía se mantuvo operativo durante casi un siglo.