Un aguador o aguatero (en América) es la persona que vende y distribuye agua entre la población.
[1] Durante siglos fue una ocupación muy popular, cuando el suministro de agua corriente no estaba generalizado.
[nota 2] En Éibar eran conocidos como botijeros porque llevaban el agua en botijos a los trabajadores de las empresas armeras.
Con su cántaro al hombro, el aguador ambulante fue una imagen cotidiana durante siglos en las calles de las ciudades españolas en Castilla, Levante y Andalucía.
Sujetando el asa del cántaro con una mano, llevaba en la otra dos copas o vasos de vidrio tintineantes, pregonando coplas como esta que Pinheiro Pinheiro describe en las calles de Valladolid en su obra La Fastiginia: "¡Ea, galanes!
Así retrataba a los aguadores hispalenses el escritor José María Blanco White en su Viaje de España (1820).
[16] En particular, en Marruecos, el oficio persiste suministrando agua con una cazuelita a los transeúntes, si bien muchos se han convertido en una mera atracción turística al situarse ataviados con el traje tradicional en los puntos más populares de algunas ciudades como Marrakech.
[17] En cualquier caso el agua mineral envasada ha revolucionado este pequeño gremio con siglos de antigüedad.