La expansión del Comercio de la Corona de Aragón se canalizó en cinco direcciones: el Mediterráneo oriental, el Mediterráneo occidental, la península Itálica, la península ibérica y la Europa continental y del Atlántico norte.
El Mediterráneo oriental, llamada Levante o ultramar, era la ruta más rica del comercio aragonés.
La Europa continental y del Atlántico norte era un ámbito esencial del comercio catalán: En resumen, en la plenitud del mundo medieval buena parte de la prosperidad catalana reposaba en esta estructura mercantil que integraba, en las actividades de producción y en el comercio, sectores sociales muy diversos, generaba beneficios particulares y alimentaba las finanzas públicas.
Los barcos se construían en las atarazanas, que eran espacios y edificios junto al mar.
Sin embargo, construir embarcaciones, sobre todo cuando eran de gran tonelaje, implicaba inversiones fuertes que los particulares afrontaban asociándose entre ellos.
Las embarcaciones empleadas en el comercio mediterráneo de la baja edad media pertenecían a dos tradiciones náuticas: la latina y la atlántica.