Hospicio Cabañas

Bajo su administración el hospicio vivió su época de oro, ya que lograron implementar los ideales originales del obispo Cabañas en construir una institución para asistir a los más necesitados.Con los cambios políticos posterior a la Revolución mexicana se intentó mejorar la oferta educativa y la infraestructura.Su largo máximo, a su vez, ocupa una tercera parte del ancho de todo el hospicio.Las bóvedas se levantan sobre arcos torales y lunetos de medio punto, peraltados.El edificio cuenta con abundantes corredores con arquerías y crujías, diez patios por cada tercio lateral dispuestos de forma simétrica, tres patios más grandes y pilares cuadrados.Sus 23 patios de distintas proporciones en su interior bordeados por pasillos definidos por pilares y arcos del orden toscano.Con estos frescos buscó modificar la experiencia corporal del espectador y reforzar la impresión de que la capilla no existía sino como una estructura transparente a decir del especialista Renato González Mello.También tienen esa parquedad cromática todos los tableros sobre las pechinas y el tambor de la cúpula.Estos se organizan de acuerdo con la lógica exigida por cada composición, pero no hay un acorde cromático que unifique los tableros.En los frescos, Orozco hizo referencia a la vida prehispánica, al choque cultural durante la conquista, a la fundación de Guadalajara y tocó escenas de la trágica realidad contemporánea.El mural el hombre de fuego, en el cual se aprecia una figura humana que «escapa por una bóveda o cúpula ‘abierta en gloria’, como en la pintura barroca», es la pieza clave del conjunto muralístico pues borra cualquier cualidad meramente decorativa y le otorga una nueva dimensión al espacio al convertirlo en uno dedicado a una nueva devoción, la de la cultura.Respecto al mundo prehispánico y hace referencia a los sacrificios humanos en la América precolombina.[11]​[12]​ La crítica popular afirma que las cuatro caras que lo rodean equivalen a los cuatro elementos de la naturaleza; para otros podría representar la metáfora mitológica del Ave Fénix.
Fotografía del mural El hombre de fuego de José Clemente Orozco en la cúpula de la capilla mayor del Museo Cabanas.