El 31 de diciembre destaca el Desfile de Años Viejos, donde comparsas y grupos creativos presentan monigotes satíricos que representan personajes y eventos contemporáneos, en buena medida sobre el panorama político del país.
Este hecho lo caracteriza y distingue entre otras expresiones similares, empezando por la fecha en que se realiza, la cual tiene un origen netamente indígena, puesto que coincide con la celebración de la Luna (Quilla), que guarda reminiscencia con los rituales efectuados por las comunidades indígenas Pastos y los Quillacingas, culturas agrarias que, en época de cosecha, honraban con danzas a la luna, y en otros rituales hacían rogativas al sol, para amparar sus cultivos .
En 1607 hubo una rebelión de esclavos en Remedios, Antioquia que causó pánico entre las autoridades coloniales.
Posteriormente esta costumbre se regó por el sur, tomando una inusitada fuerza en la fría ciudad de Pasto, donde cuenta el cronista José María Cordobés Moure, ya hay vestigios de que se jugaba hacia 1854.
No es sino hasta mediados de los años 20, del siglo XX, que va adquiriendo corpus la actual fiesta, en la que se conjugan otras instancias, tiempos y espacios, dotándolo de un carácter más urbano e incluyente.
Era un colono antioqueño con su familia que después de permanecer muchos años en el oriente (Putumayo), había resuelto dejar la manigua para volver a tierra "civilizada".
Alfredo Torres Arellano y Carlos Martínez Madroñero, organizadores del desfile, ordenaron, a dos de la cabalgata que abrieran campo y ni cortos ni perezosos incluyeron a los viajeros entre los alegres jinetes que minutos después hicieron el desfile.
[6] Al finalizar el desfile, los integrantes de la Familia Castañeda pidieron a sus nuevos amigos que los acompañaran hasta el Hotel París donde se alojarían, dicho hotel estaba situado en la Calle Real, donde hoy se levanta el edificio “Zuchín” ubicado en la Carrera 25, entre Calles 17 y 18.
Con estos logros, se da inicio a una nueva era de este evento, caracterizada por la planificación, organización, difusión, investigación y modernización, tomando prioridad la promoción de la cultura y abordando temas polémicos como si se deben o nó negociar los derechos de transmisión por radio, televisión e internet.
Lo que inicialmente era un día para hacer bromas a los desprevenidos, en Pasto se convirtió en un juego con agua que se basa y origina en el afán de embromar o sorprender al inocente transeúnte desprevenido al empaparlo totalmente.
Esta costumbre no es totalmente aceptada y disfrutada, más aún cuando la temperatura promedio de la ciudad apenas sobrepasa los 14 grados centígrados.
Además, desde fines del siglo XX se adelantan actividades alternativas, que buscan brindar a la ciudadanía recreación y cultura sin perder el sentido carnavalesco del 28 de diciembre entre las cuales están el tour de inocentes en Bicicleta y arco iris en el asfalto.
Así el carnaval en general, sufre transformaciones, que buscan mantener el espíritu festivo y colectivo del día por medio del arte, generando una nueva actitud frente a la fiesta y la ciudad.
El motivo ganador es quemado en la Plaza del Carnaval al terminar ese día, en medio de la verbena popular que generalmente organizan las autoridades municipales para recibir el año nuevo, y es posible que en esos momentos en realidad la ciudad comienza a ser invadida con el espíritu lúdico y catártico del carnaval.
Desde el año 2017 ya no se realiza este evento por varias razones entre ellas la falta de gente y presupuesto.
En el desfile igualmente no pueden faltar grupos de danza campesina y las ñapangas, tanto auténticas como las disfrazadas, cuya estampa está ligada al carnaval en general.
Durante esta jornada se conmemora el día en que los esclavos de origen africano tenían libre para dar rienda suelta a sus desahogos lúdicos y la gente juega y baila en las calles y en los lugares públicos de jolgorio a pintarse de negro, usando cremas cosméticas elaboradas con ese fin, aunque también se recurre a betunes y otras pinturas siliconadas de color negro.
Por tradición, la Reina del Carnaval recorre la ciudad en una caravana, repartiendo cosmético e invitando a los visitantes ilustres a unirse al juego bajo la frase: ¡Una pintica por favor!, la cual se usaba en los primeros días del Carnaval.
La importancia de este día radica en que todo el colectivo urbano pastuso, desfoga sus deseos reprimidos, puesto que el cosmético les sirve, como máscara y al mismo tiempo para homogeneizar a todas las clases sociales y grupos étnicos, como una sola gran familia asentada en las faldas del Taita Urcunina.
En contraste con el día anterior, en esta fecha los pastusos se pintan de blanco generalmente con talco perfumado, usándose muy poco harina, cremas o pinturas cosméticas.
La gran mayoría de los ciudadanos, más otros tantos miles de turistas y visitantes se vuelcan a las calles para presenciar este desfile, aplaudiendo y arrojando confeti o serpentinas a los participantes, todos danzando al ritmo de canciones tradicionales y típicas, como La Guaneña, Trompo Sarandengue, Son Sureño, Chambú, así como sayas y en general composiciones andinas inéditas que se estrenan cada año.
y en los últimos años se ha convertido en infaltable el de ¡Viva Pasto Carajo!, pronunciado tanto por lugareños como por turistas.
Sin embargo, diversos sectores apoyan que este vocablo sea reemplazado por el de "cultores" o "artistas del carnaval", no solo por ser más incluyente, sino también debido al acabado profesional de las carrozas y al valor artístico del trabajo realizado, además de que el término artesano está mal empleado en este caso, puesto que las obras que se crean no tienen destino comercial ni son el producto de un trabajo en serie.