Ángel Herrera Oria

No obstante, siete meses después pidió una excedencia y se trasladó de nuevo a Madrid para realizar el doctorado en Derecho.[5]​ En Madrid, Herrera Oria se integró en la Congregación de Nuestra Señora del Buen Consejo y san Luis Gonzaga —conocida popularmente como «los Luises», por su patrón[6]​—, que entre 1904 y 1908 dirigió el sacerdote jesuita Ángel Ayala.Ángel Herrera Oria fue nombrado entonces primer presidente de la recién creada asociación.Jamás se me había pasado por la imaginación el que yo pudiera serlo.[15]​Herrera Oria dirigió El Debate durante 22 años, hasta 1933; etapa durante la cual llevó a cabo campañas a nivel nacional,[16]​ como la del «mitin monstruo» en 1913[17]​ o la «Gran Campaña Social» en 1922.Cuando se proclama la Segunda República en 1931, Herrera Oria adoptó como táctica ante el nuevo régimen su teoría del accidentalismo, una adaptación prudente ante unas circunstancias adversas, pero que según su doctrina lo que importaba era el contenido y la orientación del régimen, y no la forma de gobierno.Ese mismo año fundó, como presidente de la ACdP, el Centro de Estudios Universitarios —hoy, Fundación Universitaria San Pablo CEU— y el Instituto Social Obrero (ISO).La vocación sacerdotal de Ángel Herrera Oria fue algo muy presente en su vida desde que era joven, según relata en 1963 en sus incompletas Memorias: Aunque desde mi primera juventud tuve vocación sacerdotal, el servicio a mi patria me impidió seguirla hasta bien cumplidos los cincuenta años.[24]​A finales de 1935, Herrera Oria tuvo una audiencia con el papa Pío XI en la que logró la autorización del pontífice para abandonar su trabajo en la Acción Católica y dedicarse por entero a su vocación sacerdotal.[26]​ En la ciudad cántabra creó un centro de estudio para sacerdotes jóvenes, del que saldrían varios futuros obispos.Ángel Herrera Oria falleció en Madrid en 1968 y fue enterrado en la catedral de Málaga.En este punto del proceso, la Iglesia Católica reconoce a Herrera Oria como siervo de Dios,[33]​ el primer grado que se le otorga a una persona que es candidata para ser venerable, luego beatificada y posteriormente canonizada.En sus palabras:Para hacer un periódico católico, como para cualquier otra labor, hay que estudiar la naturaleza de las cosas.[36]​ En lo referente a la forma de gobierno, Herrera Oria manifestó su preferencia por un régimen monárquico asistido por una «aristocracia espiritual»[36]​ y completado por la participación popular.[39]​ Para Herrera Oria, la reforma social es un medio indispensable para adquirir credibilidad a la hora de evangelizar, su objetivo fundamental.No condenó el capitalismo por sí mismo, pero sí su derivada «manchesteriana», identificado —según Herrera Oria— por dos características: «la ley del mercado para remunerar el trabajo y la máxima ganancia como ley moral».A nuevas estructuras sociales, ciudadanos capaces de servirlas y utilizarlas en beneficio propio y común… Sin perjuicio de atender por la limosna a la necesidad urgente, hay que practicar la gran caridad para con el pueblo.[44]​ Según múltiples testimonios, tanto en su vida seglar como en su etapa religiosa, reservaba largos momentos del día —o de la noche— para rezar, habitualmente en la capilla.Quien quiere dar fruto con su acción, debe ser un hombre de gran vida interior.[49]​ En su planteamiento espiritual tiene también gran importancia la virtud de la obediencia, que Herrera resume así:Mi vida pública se divide en cuatro períodos: director de El Debate, sacerdote, obispo, y obispo dimisionario.
El padre Ayala (centro) y Ángel Herrera Oria (a su izq.), con otros miembros de la ANCdeJP.
El padre Ayala (centro) y Ángel Herrera Oria (a su izq.), con otros miembros de la ANCdeJP.
Ángel Herrera Oria y sus colaboradores en la antigua rotativa de El Debate. Empezando por la derecha se encuentran Vicente Gállego y José María Gil Robles; a su derecha don Ángel Herrera Oria, presidente de la ACdP y director del periódico.
Ángel Herrera Oria (3o por la dcha) y sus colaboradores en la antigua rotativa de 'El Debate', en una foto de 1930.
Estatua de Herrera Oria en Santander.