Habitualmente solo el 25 % del lecho capilar total del cuerpo está abierto, pero cuando aumenta la actividad, los capilares se abren y se restaura el flujo para atender a las necesidades locales de oxígeno y nutrientes.
Cuando el esfínter precapilar se relaja la sangre entra con facilidad en el lecho capilar, en cambio cuando el esfínter precapilar se contrae el flujo sanguíneo capilar disminuye o cesa por completo.
[4][5] La pared de los capilares está formada por una capa única de células rodeada por una membrana basal, estas células endoteliales están separadas por pequeños espacios intercelulares que forman canales entre una célula y la contigua, permitiendo el paso de diferentes sustancias.
El endotelio forma una capa delgada ininterrumpida alrededor de toda la circunferencia del capilar.
Los sinusoides son de mayor diámetro y tienen forma más irregular.
Estas sustancias son nutrientes, gases y productos finales del metabolismo celular.
Esta función de los capilares es imprescindible para mantener al organismo con vida.
La formación de capilares necesita una coordinación de procesos moleculares y procesos celulares, para asegurar que se generen nuevas células endoteliales (EC) tanto en el momento, como en el ritmo y el lugar adecuado.
La angiogénesis anormal está involucrada en la artritis reumatoide y otros trastornos inflamatorios, la carcinogénesis, la psoriasis y los trastornos degenerativos oculares, incluidos los observados en la diabetes mellitus.