Estas vesículas llevan una carga determinada en su interior, así como transportan proteínas de membrana con ellas.
Este transporte se descubrió por primera vez en los vasos que irrigan el músculo estriado y el corazón.
Precisamente en las células endoteliales la transcitosis es muy importante, ya que el endotelio forma una membrana impermeable que, de no ser por la transcitosis, no permitiría el paso de proteínas y demás nutrientes.
La clatrina sirve para estabilizar la invaginación que acabará dando lugar a la vesícula.
La transcitosis mediada por caveolina es fundamental para el transporte transendotelial de albúmina, ácidos grasos o compuestos hormonales.
Los microfilamentos de actina tienen un papel motor y los microtúbulos indican simplemente la dirección que debe seguir la vesícula.
Este último proceso prepara a la vesícula para su inminente fusión con la membrana.
De esta manera los anticuerpos se disocian y entran en el torrente circulatorio del recién nacido.
Las IgG son capaces de atravesar la barrera placentaria desde la circulación materna hasta los trofoblastos.