Tenemos pues una institución cuyos orígenes se remontan a una época histórica enmarcada en unas coordenadas temporales de gran interés como es el advenimiento del régimen liberal con sus corrientes parlamentarias y progresistas.
En ello se seguía una moda general del Madrid isabelino, con su gusto por la ópera y la música italiana.
“Palenque donde se cimentaban honrosas reputaciones, y consolidaban las ya legítimamente adquiridas”, según Monge.
Las más importantes eran la fiesta, el juego, la tertulia y la lectura pero su protagonismo en la sociedad soriana fue relevante en otras parcelas como actos culturales, beneficencia, etc.
Ya en sus primeros estatutos se fijan los juegos (Tresillo, Malilla, Mus, Ecarté, Solo, Dominó, Damas, Ajedrez) y las cuotas para participar en ellos.
Mención aparte merece el billar que desde el principio fue uno de los símbolos del casino (en 1861 se adquirió por 8000 reales una “magnífica mesa de billar”), y fueron varias las mesas que siempre tuvo.
Símbolo más distintivo, de gran resonancia social en la ciudad, caracterizado siempre por su brillantez.
Se realizaban varios bailes de sociedad (al principio en San Juan y en la Feria Septembrina, posteriormente en carnavales, Navidad, San Saturio) así reconocidos en los estatutos, pero también hubo otros llamados de Confianza.
Se bailaba al son de los diferentes pianos (ya en 1853 poseía un modestísimo piano, verdadera novedad para aquella época) y orquestinas que durante muchos años tuvieron las dos sociedades (la última desapareció en 1963).
El propio Gaya Nuño nos dice: “Aquí había tertulias todos los días, después del almuerzo y de la cena”.
Son muchísimas las muestras que hacían del Casino un “centro de verdadero y positivo recreo e instrucción”.
Interés también por la ciencia, la pintura, el teatro, la música, mimos, la cinematografía (ya en 1901 se cuentan las primeras proyecciones, tan sólo cinco años después de su invento).
En sus primeros años una “pléyade de aventajados jóvenes socios” publicaban una hoja literaria, humorística y festiva, titulada La Zambomba que tendría su continuación pocos años después en otra llamada El Sátiro.
Como curiosidad ya en 1921 se celebra en sus salones el primer concurso de belleza, siendo elegida una reina.
Posteriormente se recuperaría la idea en 1896-97 y luego en 1902, por tercera vez, volvería a crearse.
[1] que tendrá su continuidad hasta 1936, serán innumerables las actividades culturales desarrolladas en sus estancias durante esos años.
La correspondencia y relación con otros Círculos y Casinos Españoles, ya desde el principio se tuvieron relaciones con los de Logroño, Vitoria, Valladolid, Guadalajara, Aranda, Alfaro, Pamplona, Burgos, y un larguísimo etcétera a lo largo de su historia, incluso en los primeros años de su creación la tuvo con el Círculo Gramon en París.
Por ejemplo en 1860 se destinaron 4.000 reales para repartir entre los heridos en la campaña de África.
Igualmente, a su propio personal se le atendía expresamente en momentos de dificultades.
Entre los más destacados: Antonio Machado[2] (admitido primero como socio accidental del Círculo de la Amistad en la Junta celebrada el 28 de diciembre de 1908), Gerardo Diego (alma mater cultural del Ateneo los años 1921-1922), Juan Antonio Gaya Nuño, Manuel Ruiz Zorrilla, José Canalejas, Eduardo Saavedra, Antonio Pérez de la Mata, Blas Taracena (padre e hijo), Benito Artigas, y un larguísimo etcétera desde la fundación en 1848 hasta nuestros días.
Costó 7.500 pesetas en 1886 y su compra dejó a la sociedad varios años endeudada.
Igualmente son varias las exposiciones de pintura y fotografía que cada año se exhiben en sus paredes.
Ahora los socios gustan de jugar al guiñote, mus y rabino con las cartas.
En sus salones también hay varias televisiones en las que se programan los principales partidos de fútbol y las ferias taurinas más importantes, contando ambas con mucha afición entre los asociados.
[6] El Casino puede ser visitado, abre todos los días, la entrada es gratuita pero se recomienda pedir permiso por vía telefónica.