Usando dichas tendencias es como se deducen los posibles futuros de la humanidad para el siglo XXI.
Más detalladamente se estudia la historia del capitalismo, que Attali divide en nueve periodos o formas.
Todo corazón necesita una zona interior agrícola y un gran puerto para exportar sus productos.
Mientras que Japón sigue siendo la segunda economía del mundo y China e India crecen con rapidez, la Europa económicamente unida pierde terreno: su población envejece, sus mejores elementos de la clase creativa emigran a EE. UU.
y una parte importante de su industria se desplaza a Asia sin ser reemplazada.
Otras innovaciones lineales están alcanzando ya su límite, como la agricultura o las nuevas energías.
Tanto los pobres como las élites del sur seguirán viajando al mundo desarrollado, EE.
Así mismo cada vez más jubilados se trasladarán a países del sur con mejor clima y menor nivel de vida.
Estados Unidos podría pasar a ser una socialdemocracia de tipo escandinavo o una dictadura.
Estos productos gestionados por empresas privadas reducirán el gasto estatal y esto favorecerá cada vez más su acaparamiento de los servicios públicos.
Para atraerlos, los diversos estados competirán entre sí, bajando los impuestos y privatizando aún más servicios.
Hacia el 2050 se irán desmantelando los Estados y la clase media, su principal actor, volverá a la precariedad.
El mundo será un inmenso mercado y cada minuto se dedicará a producir, intercambiar o consumir valor mercantil.
Hacia el 2020 las principales empresas serán cada vez más nómadas y se organizarán a modo de “compañías teatrales” o “circos”.
Las primeras serán agrupaciones provisionales de individuos que reúnan las competencias y capitales necesarios para realizar una tarea determinada.
Mientras, en el contexto del hiperimperio solo permanecerán sedentarios los que no puedan ser nómadas: los contrarios al riesgo, demasiado débiles, jóvenes o viejos.
Bandas mafiosas, con el apoyo de hipernómadas (químicos, financieros,…), controlarán regiones enteras y amenazaran a jueces y políticos que se pongan en su camino, como ya es el caso de Colombia.
Agrupaciones políticas o religiosas sin base territorial intentarán destruir el Orden mercantil, como Al Qaeda.
Cada vez más gente se unirá en sus críticas, primero de Estados Unidos, dominador e imperio.
Aunque habrá otros que sigan defendiendo la no violencia, la justicia y el amor.
Según el autor, propondrán que Occidente ya no defienda los valores de la democracia, sino los del cristianismo, y podrían llevar a EE.
Por su parte, el islam, aunque a juicio del autor, no es de por sí más intolerante que el resto de las religiones monoteístas, en la actualidad, casi todos los países donde es la religión dominante son teocracias y dictaduras.
El autor espera que, debido al crecimiento económico y a las nuevas generaciones, se potencie el lado tolerante del Islam, aunque ciertos sectores querrán combatir al cristianismo mediante la guerra.
Así mismo, bombas electrónicas podrán neutralizar el sistema de comunicaciones del enemigo.
Según el autor, en 30 años quince países podrían tener armas atómicas, primero Irán, luego Japón y más tarde, Egipto, Turquía, Indonesia, Australia, Brasil o Arabia Saudí.
También se desarrollara nuevas armas químicas, biológicas (en algunos casos diseñadas especialmente contra algunas minorías étnicas) o nanotecnológicas.
Habrá tanto guerras por unificar etnias y pueblos como por impedir toda clase de secesiones, es decir, habrá múltiples guerras civiles y es de esperar que vuelvan a ocurrir genocidios como en el pasado.
Los piratas (religiosos, nihilistas o solo criminales) intentarán acabar con los sedentarios y quizás lo consigan, como ya le pasó al Imperio Romano.
Podría iniciarse en Taiwán, México u Oriente próximo, donde se unen los principales conflictos o con un ataque nuclear por sorpresa de Irán y Pakistán contra occidente.
Breve historia del futuro ha sido adaptado por Pécau y Damián, en la forma de un cómic en 3 volúmenes editado por Delcourt.