Batalla de Saipán

Tales territorios se encontraban en manos japonesas desde el final de la Primera Guerra Mundial, habiendo sido fortificados a conciencia.

Por un lado, el general Douglas MacArthur avanzaría a través de Nueva Guinea y Morotai hasta Filipinas.

Al día siguiente, ocho acorazados anteriores a Pearl Harbor y once cruceros bajo el mando del almirante Jesse B. Oldendorf reemplazaron a los acorazados rápidos.

[2]​ El contraataque japonés se produjo cuando ya había entrado la noche, aunque sería repelido, sufriendo, eso sí, muchas bajas.

Como consecuencia, las guarniciones que defendían las islas Marianas perderían toda esperanza de recibir refuerzos y suministros, con lo que Japón perdía toda esperanza de vencer en Saipán.

Pese a la desesperada situación, los japoneses estaban decididos a luchar hasta el último hombre, de manera que Saito reorganizó sus tropas, disponiéndolas en una línea defensiva a lo largo del Monte Tapochau, confiando en la desventaja ofensiva que supone el terreno montañoso del interior de la isla.

Los apodos que los estadounidenses pusieron a los puntos calientes del combate ("Hell's Pocket",[3]​ "Purple Heart Ridge"[4]​ o "Death Valley"[5]​) muestran la crudeza de la batalla que tuvo lugar.

Los esfuerzos de los estadounidenses para detener los suicidios masivos fue, en su mayor parte, inútil.

Además, la base aérea de Saipán sería utilizada para los bombardeos sobre Filipinas, las Islas Ryukyu y Japón.

Está convenciendo a la mujer y a sus hijos para que abandonen la cueva y vayan al campo de internamiento
Fotografía panorámica tomada desde la cima del Monte Tapochau
El capitán del Ejército Imperial Japonés Sakae Ōba entrega su katana en señal de rendición al Tte. Cor. Howard G. Kurgis del Cuerpo de Marines en Saipán el 1 de diciembre de 1945.