Las teorías y las simulaciones son partes esenciales en este caso, ya que los entornos de reacción nuclear cósmica no pueden reproducirse en un laboratorio, sino que, en el mejor de los casos, aproximarse parcialmente mediante algunos experimentos.
[3] Veinte años después, Bethe y von Weizsäcker dedujeron de forma independiente la existencia del ciclo CNO,[4][5] la primera reacción nuclear conocida en la que se daba esta transmutación.
[7] A Fowler (ganador del Premio Nobel en 1983) se le atribuye en gran medida el mérito de haber iniciado la colaboración entre astrónomos, astrofísicos y físicos nucleares teóricos y experimentales, en un campo que pasaría a conocerse como astrofísica nuclear.
Muchos físicos notables del siglo XIX, como Mayer, Waterson, von Helmholtz y William Thomson, postularon que el Sol irradia energía térmica al convertir Energía potencial gravitatoria en calor.
El núcleo más estrechamente unido a la materia simétrica de neutrones y protones es el 56Ni.
A medida que la materia se procesa como tal en las estrellas y en las explosiones estelares, algunos de los productos son expulsados de la reacción nuclear y terminan convirtiéndose en gas interestelar.
Posteriormente, puede formar nuevas estrellas y procesarse aún más mediante reacciones nucleares, en un ciclo de materia.
Las mediciones se utilizan para poner a prueba la comprensión de estos fenómenos.
La astrofísica nuclear sigue siendo un rompecabezas complejo para la ciencia a comienzos del siglo XXI.
La cadena protón-protón es dominante, y se produce (a energías mucho más bajas y mucho más lentamente que la fusión catalítica del hidrógeno) a través de reacciones del ciclo CNO.
Aunque los fundamentos de la astrofísica nuclear parecen claros y plausibles, aún quedan muchos enigmas.