Amalia Aguilar

Las hermanitas Aguilar conocieron en La Habana al famoso bailarín cubano Julio Richard, quién buscaba figuras jóvenes para su ballet.

Curiosamente, Aguilar se reencontró con Richard, quien buscaba una pareja de baile para su próxima gira por México y quedó fascinado por su belleza así como por su talento para bailar, decidiendo seleccionarla para su gira trayendola junto con su familia a México, lo cual llamó la atención de productores y empresarios.

Mientras Amalia actuaba en el centro nocturno Waikikí, fue descubierta por el productor estadounidense Edward Perkin, quien le ofrece trabajar en los Estados Unidos en un espectáculo con los Lecuona Cuban Boys.

En su paso por los Estados Unidos, llega a trabajar al lado de figuras como Bob Hope, Carmen Miranda y Xavier Cugat.

En ese mismo año trabaja con Pedro Infante en la cinta Dicen que soy mujeriego, y con Blanca Estela Pavón en En cada puerto un amor.

El pintor Jose Luis Cuevas decía que Aguilar era una especie de «Tin Tan» femenino.

En 1951 realizó uno de sus filmes melodramáticos más recordados: Amor perdido, donde comparte créditos estelares con el actor Víctor Junco.

El éxito fue tal que en ese mismo año las tres actrices se reunieron en otro filme similar llamado Las interesadas, ahora dirigidas por Rogelio A. González.

En 1953 la fórmula se repite con otras dos cintas más: Mis tres viudas alegres y Las cariñosas, ahora con Silvia Pinal sustituyendo a Lilia Prado.

[5]​[6]​ Después de esto, solamente aparecería en tres películas más con papeles menores, las cuales incluyeron; Los platillos voladores (1956), Los televisionudos (1957), y Música en la noche (1958).

[10]​[11]​ Su funeral fue llevado a cabo al día siguiente y sería sepultada el 10 de noviembre en el Panteón Jardín.

Aguilar (centro) en el póster de A Night at the Follies (1947).