Alfarería en la provincia de Valladolid
La alfarería en la provincia de Valladolid (España), al margen del tesoro arqueológico recuperado en los yacimientos localizados en su territorio, ha continuado una tradición mudéjar que en cotas de desarrollo como las alcanzadas en la primera mitad del siglo XX llegó a tener activos hornos y alfares en 25 localidades.[a][1] Esta tradición viene continuada por la celebración anual de una popular feria alfarera en el paseo de Campo Grande de la capital pucelana.La producción alfarera provincial se documenta a partir del siglo xviii en los registros del Catastro de Ensenada (1752) y en las Memorias políticas y económicas de Eugenio Larruga (1792); mención que más tarde censarían Sebastián Miñano en el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (1826 y 1829) y Pascual Madoz en el Diccionario geográfico-estadístico-histórico (1846-1850).[5] Madoz, por su parte cita tinajerías en Olmedo y Medina de Rioseco.[6] En la capital de la provincia, además de la fábrica de loza citada por Madoz,[6] y otras industrias parejas,[7] la tradición alfarera traída a esta capital por mudéjares procedentes del Reino de Toledo, ha quedado ampliamente reflejada en su callejero y estudiada a partir del material arqueológico recogido en excavaciones de fincas, inmuebles y terrenos del término municipal.