[1][2][3][4][5] Como orientación sexual, la heterosexualidad es un patrón duradero de relaciones emocionales o eróticas con individuos del sexo opuesto.
El término «heterosexual» ya había sido utilizado por otros médicos cuando se referían a los posibles tratamientos que permitieran al «homosexual y al heterosexual convertirse en seres humanos con inclinaciones eróticas naturales y con pulsiones normales».
Todavía en 1923 el New International Dictionary decía: «pasión sexual mórbida por una persona del sexo opuesto».
Se definían, pues, tres categorías de individuos respecto a su actividad sexual —y así lo especificaba el alemán Richard von Krafft-Ebing en Pychopatia Sexualis, obra publicada en 1886—: los homosexuales, los heterosexuales y los «normales», que son aquellos que no hacen de la sexualidad una práctica autónoma o exaltada —siempre respecto del sexo opuesto—, que se casan y tienen hijos.
Según Freud no se nacería heterosexual —dándole al concepto el significado actual— sino que la atracción sexual hacia las personas del sexo opuesto sería el resultado de un aprendizaje iniciado en la más tierna infancia.
Así por ejemplo, el diccionario francés Le Petit Robert definió al heterosexual como aquella persona «que experimenta una apetencia sexual normal por los individuos del sexo opuesto».
En ediciones posteriores introdujo una corrección importante: el heterosexual es aquel «que experimenta una atracción sexual (considerada como normal) por los individuos del sexo opuesto».
[11] Cuando la heterosexualidad define un sistema social se estudia bajo el nombre de heteronormatividad y según los principios de Yogyakarta es una violación a los derechos sexuales y a los derechos humanos considerado como un tabú.
El término “heterosexual” se sugiere que han entrado en uso como un neologismo después, y frente a la palabra “homosexual” por Karl-Maria Kertbeny en 1868.
Algunos se oponen al uso del término “derecho” porque implica que los no heterosexuales son torcidos.
En muchos lugares esta distinción ni siquiera existía y ambos colores eran usados indistintamente hasta alrededor del siglo XVIII.
No fue hasta bien entrado el siglo XX que ocurrió una feminización del rosa y una masculinización del azul debido principalmente a la influencia de intustrias textiles y de prendas infantiles.
No se nieguen el uno al otro, excepto de común acuerdo y por un tiempo, para que puedan dedicarse a la oración.
Estas religiones tienden a ver todas las relaciones sexuales como algo pecaminoso, y promueven el celibato.
[33] Del mismo modo, una encuesta realizada por la Oficina Nacional de Estadísticas del Reino Unido (ONS) en 2010 encontró que el 95 % de los británicos se sientes identificados como heterosexuales, 1,5% de los británicos se identificaron como homosexuales o bisexuales, y el último 3,5% dio respuestas más vagos como “no sé”, “otro”, o no respondió a la pregunta.