Monólogo

Los monólogos comparten mucho en común con varios otros recursos literarios, incluidos soliloquios, apóstrofes y apartes.«El monólogo se diferencia del diálogo porque resalta el papel del interlocutor implementando interrogativas y referencias, las exclamaciones son frecuentes y atiende de manera limitada al discurso mismo.El personaje no se dirige a un interlocutor material sino que habla o piensa para sí mismo con autenticidad y desinhibición».[5]​ Sirve para caracterizar a los personajes y por tanto posee un gran valor psicológico, al ser una herramienta de introspección.Con frecuencia, sus redactores personalizan al diario como si fuera un confidente que nunca toma la palabra.Durante el transcurso del monólogo el público se va haciendo partícipe de la situación con planteamientos muchas veces ridículos y absurdos, y con frecuencia suele utilizarse un tono picante o reivindicativo de algo que suele ser una utopía.Es muy típico ver monólogos cómicos en diferentes locales de la vida nocturna (bares, películas, clubs, discotecas, etc.).Su popularización se está incrementando notablemente en los últimos años en España, si bien es un arte que existe desde hace mucho tiempo.Normalmente, los escritores utilizan largas oraciones que se mueven de un pensamiento hacia otro.Los monólogos son similares a los poemas, las epifanías y otros elementos en el sentido de que en ellos habla una sola "voz", pero hay diferencias entre ellos.[10]​ Otro similar es los apartes, que se diferencian no sólo por su longitud (son más breves), sino también porque no son oídos por los demás personajes, ni siquiera en situaciones en las que lógicamente deberían serlo (por ejemplo, un diálogo entre dos personajes interrumpido por la intervención de uno de ellos).Ser, o no ser; ésa es la cuestión: ¿Si es más noble sufrir en el ánimo Los hondazos y flechas de la ultrajante Fortuna, O tomar las armas contra un mar de problemas, Y, oponiéndonos, acabar con ellos?Morir, dormir; No más: y con un sueño decir que acabamos Con el dolor del corazón, y los mil golpes naturales Que son herencia de la carne; ésa es una consumación Piadosamente deseada.
El actor Christopher Walken realizando un monólogo en una obra de teatro en 1984.