Maneja las sílabas cuantitativamente y usa metros sáficos, adónicos, anacreónticos, etcétera, en lugar de las formas corrientes en español.
En los versos largos se nota un fuerte aire culterano, como por ejemplo en la Oda a Felipe III.
Escribió además dos tomos de Variae Philologiae, sive dissertationum criticarum, quas inter amicos disserebat, más conocidas como Disertaciones críticas en los que invirtió ocho años; en ellas comentaba los clásicos grecolatinos antiguos y el rastro del manuscrito se perdió en el siglo XVIII en manos de fray Martín Sarmiento; afortunadamente han sido reencontradas en la Biblioteca Nacional por su mejor estudioso, el profesor Julián Bravo Vega.
Aparecen comentados, en 231 pequeños ensayos, aspectos textuales, léxicos, métricos, históricos o etimológicos de pasajes controvertidos de Plauto, Catulo, Séneca el Viejo, Lucio Pomponio, Virgilio, Horacio, Tibulo, Propercio, Marcial, Petronio, Ausonio, Símaco y comentarios jurídicos sobre Teodosio, Justiniano y Tertuliano.
Además, compuso un Discurso contra las comedias o Antiteatro que no llegó a publicar.