En el llamado Cau de las Guilles se han encontrado restos arqueológicos del paleolítico superior o Magdaleniense, que son los hallazgos más antiguos encontrados en el término municipal.
Estas monedas llevaban por una cara una rosa, y por la inversa la cabeza de la ninfa Aretusa con la leyenda "rodeton".
En el año 216 a. C. llega una expedición militar romana al mando de Cneo Cornelio Escipión Calvo.
Este asentamiento está fortificado y constituye una de las fortificaciones visigóticas más relevantes.
La importancia económica y estratégica que había conseguido explica que el pueblo fuera fortificado, en 1402, para protegerse de los ataques piratas por el mar y de invasiones francesas por tierra, constantes siempre en su historia.
Este ocupó Rosas después de haber sido incendiada por los franceses.
La villa tomó importancia como centro comercial, dadas las favorables condiciones que tiene la bahía, convirtiéndose también en un objetivo militar a defender de piratas sarracenos y franceses, lo que dio lugar a la construcción de la ciudadela de Rosas y el castillo de la Trinidad, fortificación del siglo XVI mandada realizar por el rey Carlos I, el año 1552, siendo sitiada, modificada, reformada y arreglada en sucesivas ocasiones (1645–1659, 1794–1795), hasta la invasión napoleónica (Guerra de la Independencia, 1808–1814), a cuya finalización el ejército francés dejó la ciudadela inutilizable para fines militares.
Tras la Guerra dels Segadors (1640-1659), en la que la población había quedado destruida, se reconstruye la trama urbana ya fuera de las murallas de fortificación, quedando este espacio para uso militar.A partir del siglo XVII se va creando alrededor del recinto amurallado un arrabal que tras el asedio de 1645 y la destrucción de la villa medieval, ubicada dentro del mismo, toma relevancia y va creciendo.
A finales del siglo XVIII ya existe un asentamiento importante y con identidad propia separado de la jurisdicción militar que imperaba en el espacio amurallado.
En 1796, por iniciativa del rector Jaime Dilma, que había tomado posesión del cargo en 1790, se construye un nuevo templo parroquial en el núcleo urbano, que mantiene el nombre de "Santa María", y se traslada el culto al mismo.