El vidrio de Hebrón (en árabe: زجاج الخليل, zaŷaŷ al-Jalili o azaz al-Jalili) se refiere al vidrio producido en Hebrón (Cisjordania) como parte de una floreciente industria artística establecida en la ciudad durante el dominio romano en Palestina.
[4] La industria del vidrio en Hebrón fue establecida durante el dominio romano de Palestina (63 a C.-330 d.
[1] Como la industria vidriera de los antiguos fenicios decayó en las ciudades ubicadas a lo largo de la línea costera oriental del mar Mediterráneo, la industria migró al interior del continente, a Hebrón en particular.
Los comerciantes de vidrio en Hebrón lograron desarrollar redes mercantiles con al-Karak (Crac) al sur de Jordania y con El Cairo en Egipto, las cuales, más tarde, ayudaron a comercializar otros productos.
Así, por ejemplo, Ulrich Jasper Seetzen anotó durante sus viajes a Palestina en 1808-1809 que 150 personas eran empleadas en la industria vidriera en Hebrón;[8] mientras que, más tarde, en A New and Complete History of the Holy Bible as Contained in the Old and New Testaments (1844), Robert Sears escribió que Más avanzado el siglo XIX, la producción declinó debido a la competencia de los artículos de vidrio importados de Europa; sin embargo, los productos de Hebrón siguieron siendo vendidos, particularmente, a la población más pobre, principalmente por comerciantes judíos de la ciudad.
El óxido cúprico todavía es usado hoy en día para dar color al vidrio de Hebrón.
Los aprendices son entrenados desde su infancia bajo la dirección de un maestro y, esencialmente, crecen en la fábrica.
Finalmente, el vidrio es apartado en una pequeña cámara al lado del horno, donde es enfriado.
Las cuentas azules con 'ojos' (owayneh) fueron elaboradas y usadas como amuletos, dado que eran consideradas particularmente efectivas contra el mal de ojo.
[16] En 1799, el viajero inglés William George Browne mencionó la producción de "cuentas gruesas de cristal... llamadas Hersh y Munjir" en Palestina; las "Munjir" (Mongur) eran cuentas grandes, mientras que las Hersh (Harish) eran más pequeñas.
Diseminadas por toda el África Occidental, en Kano, Nigeria, eran redondeadas en las esquinas para convertirlas en cuentas más uniformes que pudieran alinearse mejor.
Ya durante la década de 1930, su valor había disminuido; en 1937, A. J. Arkell informó que las cuentas eran vendidas "por una canción" por mujeres sudanesas a los comerciantes hausas en Darfur.