[6] La justicia social es un concepto usado por distintas posiciones políticas desde el siglo XIX en adelante, para hacer referencia a una serie de condiciones que valoran positivamente en una sociedad.
En suma, se trata de enfocar a las personas no tanto como miembros de la sociedad general o global, sino más bien como sujetos situados en núcleos societarios más pequeños e inmediatos"[9].
Otras definiciones clásicas habían hecho hincapié en el resultado buscado prescindiendo del rol que pueda otorgársele al Estado.
[13] Aunque no hay certeza del primer uso de la expresión "Justicia Social", fuentes tempranas pueden ser encontradas en Europa en el siglo XVIII.
La expresión ya aparece en los famosos Fabian Essays in Socialism (Ensayos fabianos sobre el socialismo), publicados en 1889.
[20][21] En 1947, el naciente Partido Justicialista adoptó la justicia social como principal estandarte desde sus orígenes, quedando desde entonces muy ligado a la clase obrera y los sindicatos.
Rawls parte de la creencia de que las desigualdades económicas y sociales, si bien resultan naturales en cualquier sociedad, configuran lo que él llama “la lotería natural”.
En esa posición hipotética, Rawls supone incluso que las partes no conocen sus concepciones del bien o sus propensiones psicológicas particulares[26].
Esto quiere decir que al elegir entre los principios, cada una de ellas busca promover sus intereses.
[26] De ese principio se desprende que las desigualdades económicas y sociales deberían modificarse para proveer mayores beneficios a los menos favorecidos.
Es en ese momento de la argumentación en el que irrumpe el rol de las instituciones políticas para proveer a ese objetivo: “La distribución natural no es ni justa ni injusta, como tampoco es injusto que las personas nazcan en una determinada posición social.
Lo que puede ser justo o injusto es el modo en que las instituciones actúan respecto a esos hechos [...] La estructura básica de estas sociedades incorpora la arbitrariedad de la naturaleza.
Sin embargo, no es necesario que los hombres se sometan a estas contingencias.
Entre las primeras y más importantes críticas planteadas a la teoría rawlsiana de la justicia se destaca la que le hace su condiscípulo en la Universidad de Harvard Robert Nozick, apenas tres años después, en su obra Anarquía, Estado y Utopía (1974).
Contrariamente a lo que Rawls parece implicar con su tratamiento el problema, la creación y distribución de los bienes tienen una historia (alguien los creó, alguien los transfirió, etc.) de modo que éstos siempre están vinculados a alguien y resulta, por tanto, injusto intentar determinar su posesión sin atender a dicha historia.
Si los bienes cayeran como maná del cielo, o si nos encontráramos con los bienes como quien se encuentra un pastel que luego hay que repartir, entonces la aproximación de Rawls al problema de la justicia social sería el correcto.
Pero como no es ese el caso, la teoría de Rawls, pese a sus méritos, debe ser rechazada.
Nadie tiene derecho a una pertenencia excepto por aplicaciones (repetidas) de 1 y 2.» Inmediatamente después de enunciar estos principios, Nozick explica que: «El principio completo de justicia distributiva diría simplemente que una distribución es justa si cada uno tiene derecho a las pertenencias que posee según la distribución.
Michael Novak sostiene que la justicia social rara vez se ha definido adecuadamente, argumentando: "Se han escrito libros y tratados enteros sobre la justicia social sin siquiera definirla.
En el momento en que uno comienza a definir la justicia social, se topa con dificultades intelectuales embarazosas.
La mayoría de las veces se convierte en un término técnico cuyo significado operativo es: ‘Necesitamos una ley contra eso’.
individuos y grupos la posición que como tal (a diferencia del procedimiento por el cual se determina) nos parecería justa.
[29]Para Hayek, la justicia social es un espejismo, algo inalcanzable, y la búsqueda de este ideal terminará destruyendo el único clima en el que pueden florecer los valores morales tradicionales, es decir, la libertad individual.
La primera es una condición para una sociedad libre, mientras que la segunda es sólo una nueva forma de servidumbre”.
[31]Más recientemente, el intelectual estadounidense Thomas Sowell se opuso al uso del concepto de justicia social, viendo en su uso la marca de la envidia, camuflada por la retórica, que resume así: “Envidia + retórica = justicia social”.
"[33] El psicólogo Steven Pinker arguye que quienes llevan a la práctica políticas identitarias, a los que denomina «guerreros de la justicia social», "ven la sociedad como una lucha por el poder, también de suma cero, entre diferentes sexos, orientaciones sexuales y razas [y] también sienten desprecio por la ciencia".
[35] En esta materia, la ONU hace referencia a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), organismo especializado que integra el sistema de Naciones Unidas, y en especial al documento Declaración sobre la Justicia Social para una Globalización Equitativa.