[1] Su padre, José Caylá Miracle (1856-1919), fijó su residencia en Valls (Tarragona)[2] tras licenciarse en Derecho por la Universidad de Barcelona en 1881.[9] En 1894 contrajo matrimonio con Teresa Grau Torner (1865-1943),[10] con quien tuvo tres hijos, dos de los cuales murieron en su tierna infancia.[11] Tomás se crio en un ambiente fervientemente religioso debido a las profundas creencias católicas de sus padres.[9] Se le atribuye haber dispensado a algunos arrendatarios necesitados cuando en 1915 la plaga del mildiu asoló las viñas de la comarca.[22] Los fundadores manifestarían su identidad política, declarándose primero católicos,[23] después españoles,[24] catalanes,[25] tradicionalistas[26] y, por último, legitimistas.[28] Muchos de sus artículos no iban firmados; en otros casos Caylá emplearía diversos seudónimos, principalmente C.V.[49] En sus editoriales de Joventut, Caylá se decantó por la prudencia y prefirió no sacar conclusiones anticipadas sobre el nuevo régimen.En su habitual estilo, advirtió que el extremismo podía ser el principal enemigo del nuevo régimen.[52] Pronto se mostró asimismo disgustado con lo que percibía como un arrogante dominio republicano-socialista en el Ayuntamiento de Valls.[53] En 1932 presentó sin éxito su candidatura a diputado para el recién creado Parlamento catalán[54] en la lista Unió Ciutadana.[76] En ese momento, la pujanza del carlismo en la provincia de Tarragona quedaba demostrada con treinta círculos, cuatro periódicos y 400 concejales.Las cortes regionales habrían de tener un poder decisivo en cuestiones administrativas, fiscales y económicas.[88] Se suprimirían las quintas, debiendo todos los catalanes alistarse en el ejército en defensa de la patria cuando fuese necesario.En una serie de artículos publicados en Joventut en 1930,[91] abogaba por un frente autonomista catalán y presentaba su proyecto regionalista.[95] No está claro en qué medida Caylá contribuyó al proyecto autonomista carlista de 1930,[96] si bien se basaba en un concepto federativo muy similar, aunque más elaborado, proponiendo elecciones orgánicas para las cortes regionales.Consideraba que en el acuerdo autónomico los derechos de Cataluña debían haber tenido prioridad sobre los del Estado.[106] Para Caylá, los movimientos izquierdistas, que definía de manera conjunta como "sindicalismo rojo" (englobando el anarquismo, el socialismo y el comunismo) pretendían engañar a las masas con visiones utópicas de una libertad ficticia[108] y convertir Cataluña en una "segunda Rusia".[112] En la línea vaticanista, siguió condenando el "capitalismo liberal" y la acumulación ilimitada de riqueza.[125] Finalmente, su biografía más detallada afirma que a principios del verano de 1936 Caylá estaba horrorizado por la evolución revolucionaria de la República,[126] pero no quiso participar en un alzamiento contra el gobierno por considerarlo una equivocación táctica.A pesar de dirigir el carlismo en su tercera región más importante,[130] algunos autores afirman que se enteró del levantamiento por la radio, cosa que podría deberse a la confusión de los días inmediatamente previos provocada por las discrepancias entre Fal Conde y los carlistas navarros.Tras interceptar su correspondencia, averiguaron su paradero y un destacamento de milicianos fue enviado a Barcelona para apresarlo.[138] Durante la misma Guerra Civil, Caylá fue ensalzado como mártir del bando nacional en un folleto hagiográfico publicado en 1938.[140] Se le puso su nombre a una calle del casco antiguo, que aún conserva.Su memoria empezaría a ocupar un lugar destacado en el discurso político carlista a finales de los 60, cuando los partidarios del socialismo autogestionario, agrupados en torno al joven príncipe carlista, Carlos Hugo, trataron de tomar el control del movimiento.[145] Caylá empezó a ser presentado como un caso paradigmático de auténtico carlista, tolerante, humanista, progresista, proto-socialista, anticapitalista y democrático.[146] Su segunda biografía, escrita por Joan Guinovart,[147] también ensalzaría su figura, aunque buscando la visión opuesta a la anterior; fue publicada en 1997 y encaja en esta perspectiva progresista.Por su parte, durante la Transición, la revista Fuerza Nueva le dedicaría un artículo escrito por Jaime Tarrago, titulado "Tomás Caylá o la moral del Alzamiento", que lo presentaría como un "muerto por Dios y por España".
José Caylá Miracle
Bendición de la redacción de
Joventut: Per la Fe i per la Pàtria
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Joventut
del 2 de febrero de 1921
Proclamación de la Segunda República en Barcelona, 1931