Su carencia en el organismo humano provoca enfermedades como el beriberi y el síndrome de Korsakoff.
La tiamina fue descubierta en 1910 por Umetaro Suzuki en Japón mientras investigaba cómo el salvado de arroz curaba a los pacientes del beriberi.
Además, participa en la síntesis de sustancias que regulan el sistema nervioso.
La leche y sus derivados, así como los pescados, mariscos, no son considerados buena fuente de esta vitamina.
La tiaminasa está principalmente en alimentos crudos, como en el pescado de agua dulce, entre otros, al igual que en otros alimentos como el té y el café.
La tiamina es soluble en agua, y la reserva en el cuerpo es baja; concentrándose en el músculo esquelético principalmente; bajo la forma de TDP (80%) TTP (10%) y el resto como tiamina libre.
Su falta de consumo provoca una anomalía en el metabolismo y puede producir diarrea, polineuritis, dilatación cardíaca y pérdida de peso, por lo que debe ingerirse en cantidades adecuadas para evitar contraer estas enfermedades.
El depósito corporal alcanza los 30 mg y su semivida biológica es de 9 a 18 días.
Es necesaria para desintegrar los hidratos de carbono y poder aprovechar sus principios energéticos.
El déficit de tiamina puede ser evidenciado, suministrando glucosa por vía intravenosa al paciente.