El término municipal, ubicado en la comarca del Jiloca, tiene una población de 136 habitantes (INE 2024).
Esta población celebra sus fiestas el 16 de agosto en honor a San Roque.
Integrado en la comarca del Jiloca, se sitúa a unos 95 km de la capital provincial.
Las temperaturas, singularmente bajas y secas en invierno, hacen de los veranos, por el contrario, una estación extremadamente agradable.
Hasta el siglo XVII lo hoy roturado estaba cubierto por bosques de encinas, pinos y robles.
Tras los excesos cometidos en siglo XIX y primera mitad del XX, fueron parcialmente repobladas con pinos en los años 1950.
Hacia mediados del siglo XIX el lugar tenía contabilizada una población de 910 habitantes.
En esta Iglesia destacan su órgano, la escenografía para el monumento de Semana Santa, y la torre.
En tiempos no muy lejanos, se seguía tocando el "campanico" a la una del mediodía.
Numerosos pueblos aragoneses todavía conservan la costumbre de bendecir los campos desde el peirón.
En San Martín tienen forma de esbelto pilar y rematen en un hueco u hornacina que contiene la imagen delo titular.
Sus proporciones se parecen mucho a las del Santo Cristo, aunque estas podrían ser un poco más esbeltas.
Está situado marcando la entrada del pueblo, señalando a la vez el cruce antiguo de caminos entre San Martín, Daroca, y Báguena, que hoy se llama Nacional 234.
Está compuesto por un pilar cuadrado de ladrillo cara vista en el que se distinguen tres cuerpos.
Estos dos elementos se perdieron con la construcción de la carretera, que hizo subir el nivel del suelo, dejándolos ocultos.
El edículo, que ocupa las dos partes restantes, separadas por dos cornisas desiguales, tiene en la inferior la hornacina donde está la imagen de la Virgen del Pilar con el niño, realizada seguramente en yeso policromado, ya que se ven aún, trozos de policromía azul en las ropas.
Está rematado por una cruz de forja que incluye una veleta del mismo material.
Este tipo de decoración es bastante usual en la arquitectura de la zona, los motivos se repiten, así como la utilización del ladrillo en esquina, como también se puede ver, aunque con más complejidad en la torre mudéjar del pueblo.
En el tercer cuerpo se abre un vano en arco de medio punto para la hornacina, que guarda en su interior la imagen del Santo Cristo, a cuya advocación está dedicado.
Su colocación está en una bifurcación del camino, desde donde uno nos lleva a Báguena, y el otro Castejón de Tornos.
También están recubiertas las paredes del cuerpo, pero se recuerda que era de ladrillo a cara vista, y que esta capa de cemento la pusieron hará unos 30 o 40 años como sujeción ante una posible caída.
El fusil muestra analogía por longitud total, caja, abrazaderas y llaves con los modelos innovados en 1757 cuyo uso se prolongó hasta 1791.
La composición no jerarquiza, pero en el conjunto destaca la figura de un noble enmarcado entre dos árboles y acompañado por un perro.
El noble está tocado con tricornio y viste casaca atravesada por una banda de color amarillo.
Cuanto antecede nada tiene que ver con dos personajes situados a la izquierda de lo descrito.
Mientras la figura humana está dotada del rostro más expresivo de cuantos el autor ha reflejado y se mueve guiado por mano experta, el animal, un simple perfil, pone de manifiesto errores inconcebibles para resultar propios del mismo autor a no ser que los convencionalismos a los que está habituado profesionalmente le lleven a tomar tales decisiones.
El conjunto pictórico no ofrece firmas ni está datado, pero inscripciones, a modo de grafitis, ofrecen pistas suficientes para situarlo en Año 1773 fecha ante quam, puede establecerse con bastante seguridad gracias a la precisión de quien intuyó dejar un dato para la historia.