[3] Es el único salar no altiplánico del norte chileno (ubicado en la Depresión Intermedia) con afloramiento superficial de aguas.
[3] La microbióloga Cristina Dorador ha descrito que: "Llamara ha sido propuesto como análogo a la Tierra primitiva.
Diversos estudios[4][5] sostienen la existencia de un gran cuerpo de agua en la zona, que pudiera haber facilitado un ambiente más rico en fauna y flora, así como propicio a la población humana, en el pleistoceno tardío y en algunos momentos del holoceno.
[6] Por lo que esta evidencia aproxima la presencia humana al gran paleo-lago (o la hace contemporánea a los posibles lagos en los desagües de las quebradas, dependiendo del estudio geológico).
[5] Restos de carbón hallados Maní, en las inmediaciones de Llamara, han sido identificados taxonómicamente con especies leñosas de la Pampa del Tamarugal, por lo que se ha asociado esa actividad humana con "extensos paleo-humedales y oasis sustentados con aguas subterráneas, intercalados con bosques ribereños que proporcionaron recursos vitales (combustible, agua y caza) hacia finales del Pleistoceno".
Dicho bosque tiene al menos, según un estudio paleoambiental, una antigüedad estimada por de 9.000 años.
[8] Este bosque se ubicaba en tiempos históricos (aún sobreviven relictos naturales de tamarugos en la zona) en las inmediaciones oriental y norte del salar.
[10] Es decir, se afirma que los comúnmente llamados tamarugos serían la especie originaria de la zona, mientras que se discute si los llamados algarrobos pudieran haber sido introducidos e integrados al bosque posteriormente.
Esta masa forestal en medio de este terreno árido sostuvo después la instalación de población sedentaria, desde el 500 a. C., en las cercanas Guatacondo y Ramaditas, ubicadas en puntos intermedios entre el bosque y otros recursos andinos.
[11] Habrían existido planes no realizados en tiempos incaicos y virreinales de desviar aguas altiplánicas para fomentar agricultura en la zona.
[13] Luego de la Guerra del Pacífico, las recién instaladas autoridades chilenas continuaron con la misma preocupación.
En 1885, debido a que continuaba evidentemente la explotación, un nuevo intendente, Exequiel Fuentes Villarroel, designó al primer "guardabosques" que, según los registros, oficialmente operó en Chile: Manuel Hidalgo, especialmente encargado de proteger el "Monte de la Soledad".
Según científicos a esa velocidad de extracción se podría secar en una década.