Es un evento que ha sucedido muy pocas veces en la historia de la Iglesia católica, siendo el último caso el del papa Benedicto XVI.
[1] El derecho canónico no prevé ningún individuo en particular, entidad, o personas a las que el papa debe manifestar su renuncia.
La Enciclopedia Católica registra las renuncias de los papas Ponciano (230-235), Marcelino (296-308), Liberio (352-366), y Juan XVIII (1004-1009), quien se retiró a un monasterio a terminar su vida como un monje, aunque se ha postulado que tal vez no habría sido por decisión propia sino haber sido forzado por Crescencio III, muriendo allí después de unos meses, en julio de 1009.
El sucesor de Gregorio VI, Clemente II, murió en 1047, por lo que Benedicto IX se convirtió nuevamente en papa.
Desde la promulgación de estas normas sólo relativas a los obispos diocesanos y cardenales, cuatro papas (Pablo VI, Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco) llegaron a los 80 años de edad durante sus pontificados.
En los años previos a su muerte en 2005, algunas fuentes sugirieron que el papa Juan Pablo II debería haber renunciado debido a su delicado estado de salud, pero los funcionarios del Vaticano siempre descartaron esa posibilidad.