[1] Ponciano no permaneció en la silla de San Pedro hasta su fallecimiento, ya que renunció,[2][3] siendo el primer obispo de Roma en la historia de la Iglesia cuya renuncia está totalmente confirmada por documentos históricos.
[3][4] Ponciano formaba parte de los amigos del emperador Alejandro Severo, cuya destitución, muerte y la consiguiente subida al trono del imperio de Maximino el Tracio, reactivó las persecuciones contra los cristianos y provocó que tanto Ponciano como Hipólito fueran deportados a las minas de sal de Cerdeña donde lograron reconciliar sus posturas, poniendo fin al primer cisma que había sufrido la Iglesia al renunciar ambos,[3] con lo cual fue posible la elección de Antero.
[2] Poco después de la renuncia, Ponciano e Hipólito fueron martirizados.
Tiempo después, por mandato del papa Fabián sus cuerpos fueron trasladados a Roma y Ponciano fue inhumado en las Catacumbas de San Calixto un 13 de agosto,[2] día en que se celebra la fiesta de ambos por indicación del papa Pablo VI.
Bajo el pontificado de Ponciano, Valeriano (quien se cree que era el mismo Valeriano, esposo de santa Cecilia) se convirtió al cristianismo y fue martirizado.